Jesús es sinónimo amor no de justicia

Por Dr. Juan Manuel Zevallos.

La vida nunca ha sido justa y nunca lo será. La vida es un mar de amor donde respiramos cariño y afecto y a la vez es un mar al cual abandonos de pronto para pedir justicia.

La justicia es un estado ajeno a nuestra humanidad. No tenemos la capacidad para emitir un juicio clara sobre las conductas ajenos y por ende cualquier etiquetamiento sobre el comportamiento de otro o cualquier sentencia que emitamos sobre nuestro razonamiento limitado será siempre una falacia cercana o lejana quizás de la pura verdad.

La verdad es un ¿por qué? Que vive en nuestro interior y que no puede ser desarrollado en el medio social. Nuestra vida es una verdad indisoluble y nuestros actos son reflejos almacenados de conflictos retenidos en la mente.

No debemos de postergar lo más importante (nuestra vida) por aquello que es menos importante (nuestra satisfacción social y/o material).

De seguro que siempre tendremos una nueva oportunidad para cambiar, un segundo tiempo para reflexionar, más yo te digo, por que esperar al mañana para cambiar y asumir una actitud e aprecio por tu existencia, porque no apostar por el hoy y por una convivencia pacífica basada en la no ingestión de violencia ajena.

Hoy te invitó a sumarte a esta precesión de cambio, a esta multitud de seres humanos que deseamos vivir a plenitud. El fracaso nunca existirá en nuestra vida y el propósito de ayuda y revaloración por la existencia ajena siempre será una nueva tarea por llevar a cabo.

Estoy aquí, compartiendo mis palabras con el maestro del amor y Él me sonríe, sabe que aún tengo mucho por aprender, pero se alegra por el esfuerzo que he puesto en esta obra. Por momentos mi cuerpo desfallece y mi mente se apaga, más Él coloca su mano en mi hombro y me dice al oído “no desfallezcas, estoy aquí contigo, sigue adelante”.

De pronto recuerdo que mi vida siempre ha sido valiosa, recuerdo a todos aquellos actores que desarrollaron una serie de diálogos y acciones en el teatro de mi existencia y de pronto me doy cuenta del gran valor de su presencia.

Hoy me doy cuenta que la indiferencia de muchos me ayudó a valorar a aquellos que me rodeaban, que la actitud violenta de otros me volvió más sensible al sufrimiento ajeno, que las ausencias de los seres que quería me dio la oportunidad por valorar el tiempo que compartían conmigo y que los estados de necesidad no eran más que pruebas necesarias para mejorar mis aptitudes y para descubrir nuevas habilidades en mi ser.

Todo en mi vida ha tenido siempre un porque, aunque aún desconozca las razones de muchas de las cosas que me suceden a diario no puedo abandonar la creencia de que todo aquello que me sucede debe de ser para algo bueno.

Estoy aquí, he vuelto a nacer en esperanza. En verdad, no tengo nada de que quejarme, estoy en paz contigo vida y te agradezco todo aquello que me has dado. Hoy he abierto mis ojos y he logrado descubrir que aún me falta dar afecto y tiempo a aquellos que digo que amo.

La paleta de colores de mi existencia había tenido mil colores, no solo ese gris opaco que un día pensé que sería eterno. No soy un ser humano excelente, sé que siempre me faltará aprender algo nuevo y a la vez comprendo que mi perfección como hijo de Dios se basa en aprender y en comprender este pilar básico de mi existencia.

El maestro del amor me enseñó a ser agradecido, a tener en cuenta que su mensaje sería eterno y que la existencia humana siempre sería fugaz y por ende no pudo desperdiciar cada nuevo regalo de amor, el tiempo.

Su dolor me ha enseñado a guardar silencio, a evitar las palabras entrecortadas y a proclamar frases de afecto. Su pasión en la cruz me ha devuelto el alma al cuerpo y me ha dado el valor para entender que nunca podré ser un fracasado. Tengo una misión clara en la vida: dar y vivir para amar.

Mi pasado será siempre una biblioteca llena de mensajes nobles donde todo el aprendizaje del mundo coexiste. Mi futuro ha de ser un paraíso en donde los sueños se vuelvan realidad.

El maestro de Galilea aun escribe sus palabras en el suelo mientras la multitud camina pidiéndole castigo para el agresor. Él los mira, cierra voluntariamente sus labios, mira hacia el cielo, contempla una paloma blanca, espera que el deseo de venganza se apague en la mente de los confundidos y luego nos regala una nueva palabra de entendimiento: “aquel que esté libre de culpa que tiré la primera piedra”. Aquel que esté libre de sentencias que sentencie a los demás nos dice, aquel que nunca se ha fallado así mismo que sea el juez de los demás.

 Aún tenemos mucho que aprender, recién estamos pasando la primera evaluación espiritual.

El maestro del amor nos mira y nos dice “no desfallezcan, aquello que hoy no has podido lograr, de seguro que mañana, con mayor esfuerzo y conocimiento lo harás realidad, ten esperanza, ten fe.

Dejanos un comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked with *.