Cusco: más de 3 mil obras públicas abandonadas frenan desarrollo regional
Por Rocío Velazco C.
IPE advierte que la inversión privada y la eficiencia del gasto público son claves para revertir la caída del PBI regional prevista en 2026.
El Cusco, región símbolo del turismo mundial y del potencial minero del sur andino, atraviesa una seria crisis de ejecución pública y dinamismo económico. Según el Instituto Peruano de Economía (IPE), más de 3 mil proyectos públicos se encuentran abandonados o paralizados, una situación que retrasa la mejora de los servicios básicos y limita el desarrollo de nuevos motores de crecimiento.
Durante el evento “Revisión de las Finanzas Públicas para el Perú: Una mirada especial al Cusco”, coorganizado por el IPE, el Banco Mundial y el Instituto Cusqueño de Economía (INCUSE), se advirtió que la región necesita reactivar la inversión privada y optimizar el uso de los recursos públicos para evitar una caída económica proyectada de alrededor de 7% del PBI regional en 2025.
Un desequilibrio entre recursos y ejecución
El gerente general del IPE, Carlos Gallardo, explicó que Cusco ha recibido casi S/ 13 mil millones desde 2021 por concepto de canon y regalías mineras y gasíferas. Sin embargo, estos fondos no se han traducido en mejoras sustanciales debido a los bajos niveles de ejecución y la débil gestión de inversiones.
“Se han creado demasiados proyectos sin sustento técnico ni planificación, lo que explica que el 45% de ellos quede en abandono desde 2012. Esto no solo implica un desperdicio de recursos, sino también una pérdida de confianza ciudadana”, señaló Gallardo.
El IPE sostiene que el uso ineficiente del presupuesto y la escasa capacidad de gestión a nivel regional y municipal mantienen paralizados miles de proyectos, desde pequeñas obras comunales hasta infraestructuras mayores en salud, educación y saneamiento.
Turismo y minería: los motores dormidos
Gallardo recordó que Cusco vivió una expansión económica sostenida entre 2004 y 2015, con un crecimiento promedio anual de casi 10% y una reducción de la pobreza a 17.6%. Pero la última década marcó un estancamiento: entre 2015 y 2024 el crecimiento apenas alcanzó 0.9%, y la pobreza volvió a subir a 18.5%.
Uno de los sectores más afectados es el turismo, fuente esencial de empleo. Las visitas a Machu Picchu aún se mantienen 24% por debajo de su nivel prepandemia, lo que frena la recuperación del sector hotelero, gastronómico y de transporte.

“Cusco necesita consolidar la recuperación del turismo no solo en términos de número de visitantes, sino en generación de empleo y mejora de la calidad de los servicios”, indicó Gallardo.
Otro pilar con gran potencial es la minería, donde la región cuenta con tres proyectos en cartera por US$ 3,300 millones. Si se concretan, permitirían duplicar la producción anual de cobre y superar las 525 mil toneladas. “Estos proyectos podrían ser un punto de inflexión para el crecimiento regional, siempre que se logre articular con la población y garantizar estabilidad jurídica y ambiental”, añadió el economista.
Estabilidad fiscal, pero menor previsibilidad
Desde el Banco Mundial, Antonio Cusato, economista de país para Perú, destacó que el país mantiene una deuda pública baja (32.4% del PBI) y un riesgo país inferior al de sus pares regionales. No obstante, alertó sobre la pérdida de previsibilidad fiscal en los últimos años.
“El incremento del déficit fiscal, el incumplimiento de la regla fiscal en 2023 y 2024, y el aumento de iniciativas legislativas con impacto tributario —que se triplicaron de menos de 100 en 2020 a casi 300 en 2024— generan incertidumbre y afectan la confianza de los inversionistas”, sostuvo.
Cusato añadió que, aunque las tasas impositivas del Perú son comparables con las de otras economías emergentes, la recaudación efectiva sigue siendo baja debido a la informalidad y a deficiencias en la administración tributaria. “Existe margen para movilizar recursos, pero el reto es que sean usados de manera eficiente y predecible”, remarcó.
Llamado empresarial: destrabar inversión y modernizar infraestructura
El presidente de la Cámara de Comercio del Cusco, Fernando Santoyo, coincidió en que la región no puede darse el lujo de frenar su inversión. “Necesitamos destrabar los proyectos mineros, generar condiciones para la inversión privada y ejecutar los grandes proyectos de infraestructura productiva que requiere el Cusco: carreteras, servicios de agua y saneamiento, y el aeropuerto internacional”, sostuvo.
Santoyo también hizo hincapié en la urgencia de masificar el uso del gas natural, un recurso que la región produce pero que no aprovecha adecuadamente.
“El gas debe ser el eje de un nuevo modelo energético y productivo para el sur”, afirmó.
Por su parte, el presidente del INCUSE, Roger Valencia, puso énfasis en la tramitología excesiva que frena las inversiones privadas en sectores como el turismo y la hotelería.
“Mientras los proyectos públicos se aprueban sin estudios técnicos y terminan paralizados, los privados enfrentan procesos burocráticos interminables”, criticó.
Valencia agregó que el agro cusqueño también puede ser un motor de diversificación económica si se apoya a sectores con alto potencial como la floricultura y la producción de fresas para exportación.
Un llamado a la eficiencia y la confianza
El encuentro concluyó con un mensaje claro: sin inversión privada ni gestión eficiente del gasto público, el Cusco seguirá perdiendo competitividad. Los especialistas coincidieron en que la región requiere fortalecer su institucionalidad, priorizar proyectos de alto impacto social y económico, y garantizar la transparencia en el uso de los recursos del canon.
En palabras de Gallardo, “la prosperidad del Cusco no depende solo del volumen de recursos que recibe, sino de su capacidad para transformarlos en bienestar y oportunidades”.
Mientras tanto, los más de 3 mil proyectos abandonados se erigen como símbolo de una deuda pendiente con los ciudadanos cusqueños: la de convertir la riqueza del territorio en progreso tangible y sostenido.
