El Senado y el reto de una política con visión de Estado
Por: Carlos Meneses
Si el país asume con responsabilidad esta reforma, el Senado podrá ser el espacio donde el Perú recupere la visión de Estado que ha perdido. De lo contrario, solo habremos restaurado una estructura sin espíritu republicano.
El retorno del Senado marca un punto de inflexión en la vida política del Perú. Tres décadas después de su eliminación, la bicameralidad vuelve con la promesa de mejorar la representación y elevar la calidad del debate legislativo. En las elecciones generales de 2026, los peruanos elegirán a 60 senadores: 30 por voto nacional y 30 por circunscripciones regionales. Será, como señala la jurista Milagros Campos Ramos, “la reforma política más importante desde la Constitución de 1993”.
La experiencia de los últimos años demostró las limitaciones del Congreso unicameral. La concentración del poder legislativo en una sola cámara generó un sistema propenso al populismo normativo, la improvisación y la falta de control interno. El Senado, en cambio, puede aportar una segunda mirada más reflexiva, técnica y responsable a las leyes, así como un espacio de equilibrio frente a la Cámara de Diputados. Si se asume con madurez, esta reforma podría fortalecer la institucionalidad democrática y el diálogo entre el Estado y las regiones.
Pero el éxito de este cambio no depende solo del diseño constitucional. Dependerá, sobre todo, de quiénes ocupen los escaños y de la forma en que los ciudadanos ejerzan su voto. Ninguna estructura política es garantía de calidad si está habitada por los mismos vicios de siempre: la mediocridad, el oportunismo o la ausencia de visión nacional. Un Senado sin ética ni preparación solo reproducirá los males del Congreso actual.
La ciudadanía debe comprender que su voto para senadores no será un trámite, sino una decisión crucial. De esos representantes dependerá la consistencia de las leyes, la fiscalización de los actos del Estado y la estabilidad de la República. Votar informadamente, exigir transparencia y apostar por perfiles idóneos será la única forma de que esta nueva etapa tenga sentido.
El regreso del Senado ofrece una oportunidad para reconstruir la confianza en la política. Puede ser el inicio de una democracia más madura, deliberativa y representativa, o un simple cambio de forma sin contenido. El desafío es enorme: los partidos deben renovar cuadros, las instituciones electorales garantizar procesos limpios y la sociedad civil vigilar el cumplimiento de lo prometido.
