PROPUESTAS, NO PLEITOS

Por Carlos Meneses

Que esta campaña sea una oportunidad para reencontrarnos con la política en su mejor sentido: el servicio público. El Perú necesita soluciones, no enfrentamientos. Propuestas, no pleitos. Es hora de que los candidatos lo comprendan y actúen en consecuencia.

El calendario electoral avanza y el país entra en una etapa decisiva. Tras el cierre de inscripciones de candidaturas, comienza el verdadero reto: conquistar la confianza ciudadana no con descalificaciones ni escándalos, sino con ideas, con proyectos serios que respondan a las urgencias del Perú. Como bien señaló el exministro y especialista en derecho electoral José Tello, “el peruano de a pie quiere escuchar propuestas, ya no más pleitos entre políticos”. Y tiene razón.

El ciudadano está cansado del ruido, de las disputas estériles, de la política del insulto. Los próximos comicios generales no pueden ser otra contienda de egos ni un concurso de ataques personales. El Perú necesita un debate de fondo, centrado en cómo recuperar el crecimiento económico, cómo mejorar la educación, cómo enfrentar la inseguridad que asfixia a las ciudades, y cómo restablecer la confianza en las instituciones.

Será difícil, como advierte Tello, distinguir entre tantas candidaturas. Pero esa dificultad no puede justificar la superficialidad. Cada organización política tiene la oportunidad —y la obligación— de presentar planes de gobierno coherentes, técnicos y realistas. La sociedad civil, los medios de comunicación y los electores debemos contribuir a exigir ese nivel de responsabilidad. La política debe volver a ser el espacio de las soluciones, no el campo de batalla de las vanidades.

El Pacto Ético Electoral, recientemente firmado, es un punto de partida, pero no basta. Las buenas intenciones deben traducirse en conductas éticas concretas durante la campaña. Cumplir con la palabra dada, respetar al adversario y debatir con altura son señales mínimas de respeto al votante. La ética no puede ser un adorno en tiempos electorales; debe ser la base sobre la que se construya la credibilidad política.

También será tarea del Jurado Nacional de Elecciones garantizar un proceso transparente y equitativo, con debates claros que permitan comparar propuestas. Pero, sobre todo, el cambio real está en manos de los ciudadanos. Somos nosotros quienes debemos exigir altura y rechazar la política del escándalo.

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