El primer mandamiento de la felicidad: La humildad
Por: Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Psiquiatra y Magister en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia

Muchos de nosotros a lo largo de los años hemos pensado que la humildad es una característica que probablemente debiera de estar ajena a nuestro ámbito de desarrollo personal ya que pareciera corresponder a personas con bajas expectativas o conformistas… pero cuán lejos estamos de entender ciertamente la grandeza de la capacidad humana llamada humildad.

HOY CONOCI EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA

Desde el punto de vista sociológico la humildad es una virtud humana atribuida a quien ha desarrollado conciencia de sus propias limitaciones y debilidades, y obra en consecuencia; siendo la humildad un valor opuesto a la soberbia.

La metafísica la define como una cualidad de la persona que le permite verse como igual frente a los demás, porque reconoce la dignidad de cada ser humano en tanto que todos son iguales en el milagro de la vida y disimiles en las capacidades que han ido desarrollando con el paso del tiempo.

La maravillosa humildad reúne una serie de bellas características en el comportamiento humano y algunas de éstas son: Comprender la igualdad y dignidad de todos los sujetos; valorar el trabajo y el esfuerzo; reconocer aunque relativizar las virtudes propias; reconocer las propias limitaciones; expresarse con afabilidad; actuar con modestia, sencillez y mesura; percibir las relaciones sociales desde la horizontalidad; escuchar a los demás y tomar en cuenta sus opiniones; y respetar genuinamente a los demás.

Desde el punto de vista de la psicología positiva y de la inteligencia socioemocional la humildad es uno de los pilares más importantes en el desarrollo personal y un ingrediente básico para consolidar el producto “FELICIDAD”.

Un padre o maestro maravilloso y humilde reconoce plenamente sus limitaciones e ignorancia desde un punto de visto empático, amable y considerado; y trabaja abnegadamente dentro de esas limitaciones tratando de ser cada día mejor que ayer y tratando de disfrutar cada día como si fuera lo único que hay.

La persona maravillosa que a diario cultiva en su mente la hermosa flor de la humildad valora todo aquel saber que ha adquirido a lo largo de la vida, se alegra por ello y luego asimila con gratitud todo aquel saber que aún le falta percibir.

La persona que trabaja a diario la humildad no se siente mal por todo el camino de conocimiento que aún le falta por recorrer, es aquel que se siente feliz por todo el camino recorrido y por todas aquellas oportunidades maravillosas que la vida le ha otorgado para tener mayor sabiduría, conocimiento y habilidad.

Los padres y maestros maravillosos que saben de la importancia de la humildad en la formación de la salud mental de sus hijos cada día despiertan alegres y comprometidos reconociendo en primer lugar su gran ignorancia y agradeciendo en segundo lugar la nueva oportunidad por aprender.

Los hijos de padres maravillosos que han vivido en la enseñanza diaria del arte de ser humildes corren felices por los campos y disfrutan cada día, a veces aburriéndose y a veces disfrutando la actividad que llevan a cabo. Ellos saben que es normal sentir tedio en el desempeño de una acción y que la obligación de cada uno, dentro del ámbito de la humildad, es descubrir el gozo en la realización de aquella actividad que hoy nos aburre.

La humildad representa el primer mandamiento de la felicidad por una simple razón: es aquella que nos lleva a reconocer lo que somos y que nos invita constantemente a desarrollar nuestras capacidades que están en proceso de desarrollo.

Me imagino un aula maravillosa donde un maestro impregnado de felicidad y humildad enseñe a sus alumnos el autoconocimiento como primera herramienta del desarrollo personal. Me imagino a ese maestro sonriendo con cada uno de sus alumnos al reconocer lo poco que realmente sabemos de las ciencias de la vida. Y me imagino esa clase maravillosa inundada de confianza y compromiso al aceptar con complacencia tantas ausencias del saber.

Solo el más pequeño puede reconocer lo más grande y solo aquel que reconoce lo poco que es puede valorar todo aquel mundo maravilloso que habita en su ser.

La humildad nos invita a contemplar lo hermoso de la creación con ojos de gratitud; y es aquella que nos lleva por los senderos del conocimiento pletórico de éxtasis al descubrir cada nuevo saber.

Solo aquel que reconoce con humildad su pequeñez podrá trabajar con esfuerzo y amor cada peldaño de la vida; y aquel que narcisistamente objete la ignorancia en su vida perderá la maravillosa oportunidad de descubrir algo nuevo y fascinante.

Los hijos de padres que cultivan la humildad como primer pilar de la felicidad siempre están prestos a descubrir algo nuevo en el camino de la vida, ellos saben afectuosamente que la verdad siempre estará lejos de nuestras manos pero que el ansia del saber nos acerca poco a poco a su encanto.

Las aulas de maestros maravillosos llenos de humildad siempre serán aulas de conocimiento y fuentes de saber.

Me imagino un mundo lleno de humildad en donde cada día cuestionemos aquello poco que sabemos y en donde nos esforcemos por regalar conocimiento a nuestra mente y a aquellos que nos rodean.

DATO

Me imagino un mundo lleno de felicidad en donde cada ser humano reconozca lo pequeño que es ante la inmenso de la creación y que a la vez se esfuerce por disfrutar cada hermoso momento con votos constantes de dedicación.

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