LO IMPORTANTE DE SER DIFERENTES (2° PARTE)

Por Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Psiquiatra y Magister en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia.

Pero ¿qué le sucede a aquel que se equivoca por qué no sabe lo que hace? Aquel que se equivoca por qué no tiene claro su destino, aquel que toma decisiones involucrado en crisis emocionales o por contradicciones en su forma de pensar, nunca tendrá la oportunidad de alcanzar el éxito consciente; si alcanza un logro será por situaciones de confluencia de situaciones más no por un compromiso claro con su vida.

HOY CONOCI EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA

Ahora bien, tomar de dicho modo la vida significa, antes que nada, darse la mejor oportunidad para dar. Y es que dar, es una de las responsabilidades primeras que tenemos como seres humanos. Se nos fue regalada la vida, lo menos que podemos hacer es regalar en virtud de las potencialidades que tenemos un poquito de esa vida a los seres que nos rodean.

En el mundo no hay personas con discapacidad y personas sin discapacidad, hablar de esa segregación o de esa conceptualización hiere y daña a muchos, especialmente a los que nuestra ceguera mental define como discapacitados.

Definir a alguien como discapacitado es un evento negativo y con consecuencias funestas para muchos a lo largo del tiempo. Un padre o un hermano que considere que tiene un familiar discapacitado creerá erróneamente que tiene una cruz que cargar por el resto de sus vidas y al asimilar esa forma de pensar y compartirla en pensamientos y/o actos con dichos familiares, generará que dicha persona se discapacite realmente.

Muchas veces nos apenamos de la gente que ha perdido la visión, que no puede oír o que tiene un pensamiento confuso. Yo me apeno de la gente qué teniendo visión, qué teniendo audición y un proceso de razonamiento anatómica y fisiológicamente adecuados, se daña, daña a los demás y comete actos de imprudencia personal o hacia el mundo que le rodea. ¿No podría considerarse una discapacidad la conducta agresiva de la gente?

¿No debería de conceptualizarse como discapacitado a aquel que hace fraude teniendo todas las oportunidades para alcanzar el éxito en virtud de sus dones?

¿No sería un discapacitado mayor aquel que teniendo el conocimiento y un grado de saber importante, margina y realiza actos de discriminación?

Realmente hay muchas discapacidades, tanto físicas como mentales, muchas de ellas las tomamos como errores de la naturaleza y otras no.

El mundo realmente es un hospicio general, con una cantidad inconmensurable de seres humanos que viven con discapacidades tan graves como la de los actos de auto agresión, los actos de fraude, los actos de engaño y los actos de infamia.

Felizmente nuestras potenciales son mayores a nuestras discapacidades, sino fuera así, el mundo hubiera desaparecido hace mucho tiempo atrás.

Lo que nos compete como seres humanos no es sólo trabajar con nuestras capacidades y dones y llevarlas a la excelencia en su ejecución, esa es una parte de la vida. La parte complementaría se basa en trabajar a la par con nuestras discapacidades, entender que mediante un entrenamiento o mediante una forma de aprendizaje distinta a la convencional lograremos hacer que dicha discapacidad sea menor, aun en los lastimosos casos de discapacidades de aprendizaje limitado basados en la vanidad, el egocentrismo y el egoísmo.

Si pasamos a considerar de dicho modo nuestras existencias, de seguro le daremos mayor importancia a cada logro, no sólo a los basados en la ejecución de nuestro saber si somos seres con un alto coeficiente intelectual, sino que también valoraremos de un modo pleno el hecho de no caer en disgusto y en violencia psicológica si hemos diagnosticado nuestro grave problema de discapacidad basada en la conducta impulsiva y violenta.

Al trabajar del modo antes descrito veremos que nadie debe estar condenado a mantener una discapacidad de modo pleno. El viejo dicho “árbol que crece torcido nunca endereza el tronco”, es una falacia creada por nuestra incompetencia personal para entender las cosas. Un árbol con tronco torcido puede enderezar el tronco, aunque para ello debamos de trabajar mucho en dicho fin. ¡Trabajar mucho! Esa es la frase adecuada para resumir el esfuerzo que debemos hacer para lograr limitar nuestras propias discapacidades y ¡trabajar en equipo!, es la segunda frase que involucra conceptos como “debemos comprender que hemos de necesitar de una ayuda externa para lograr superar dichos impases” y “el esfuerzo conjunto alimenta el gozo personal e ilumina el alma humana”.

Mucha gente, con una gran vanidad afirman ¡yo sé solucionar mis problemas!, y quizá sea cierto, los problemas del proyecto de vida en si deberíamos de saber cómo enfrentarnos y superarlos, es parte de nuestra esencia. A cada problema hay una solución y siempre, aunque nos cueste creerlo, las soluciones a nuestros problemas se hallarán en nuestro interior.

Pero a esos problemas del proyecto de vida no hago referencia. Me refiero a las limitaciones personales, de carácter, aprendizaje y de hábitos. Cada uno de ellos necesita reaprenderse, enfrentase y concientizarse. Sólo así podremos hacer de nuestra vida un mundo de sonrisas, luego ya vendrá lo fácil, hacer las cosas como hay que hacerlas con mayor esfuerzo algunas veces y con menor esfuerzo otras.

La vida está definida por nuestra realización en una serie de actos y por nuestra completa ignorancia es otros tantos temas. Y es que no nos podemos graduarnos en el proceso vital en todas las áreas del desarrollo humano. Por eso trabajamos en equipo, por eso existen otros seres humanos, para ayudarnos a vivir, para compartir sus alegrías, triunfos y éxitos y para ayudarnos a levantarnos cuando hayamos caído.

Imaginemos por un momento un mundo sin otro ser humano en todo el planeta. La vida dejaría de ser lo que es hoy y de seguro se extinguiría pronto.

Por eso debemos dar gracias que tengamos tantos seres a nuestro alrededor, personas conscientes y también inconscientes, cada una tiene un gran valor, nuestra relación con ellas nos permitirá definir la vida como un acto de dar y recibir. Por eso es tan cierta aquella breve historia que un día traída por las alas del viento, escuche: “Un niño le preguntó a Dios ¿por qué hay gente sin piernas en el mundo? Y Dios contesto ¡para qué tú las ayudes a caminar!”.

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