Tomándole el pulso a la economía

Por: David Tuesta, presidente del Consejo Privado de Competitividad

PERÚ COMPETITIVIDAD

La dinámica del aparato productivo en julio, recientemente revelado, ha sido una sorpresa positiva para el mercado de cara a cumplir con la meta oficial de crecimiento 2024 del 3,2%, planteado en el reciente Marco Macroeconómico Multianual. Es bueno, sin duda, ilusionarse con la posibilidad de cumplir con un objetivo que inicialmente fue calificado de optimista por la mayoría de analistas económicos. Sin embargo, es más apropiado poner un poco de equilibrio a nuestras expectativas y reflexionar sobre el impacto real que esto podría tener sobre el bienestar.

Veamos, por ejemplo, cómo está respondiendo el mercado laboral. De acuerdo con los datos del INEI, el comportamiento del empleo en el trimestre móvil de junio a agosto de 2024 en Lima Metropolitana, la población con empleo adecuado aumentó un 5,3% en comparación con el mismo período del año anterior, alcanzando a 3,2 millones de personas. Si bien este crecimiento en el empleo adecuado es positivo, la tasa de subempleo sigue siendo preocupante. Durante el mismo trimestre, el subempleo se incrementó en un 3,7%, afectando a 2,2 millones de personas. Dentro de esta categoría, el subempleo por insuficiencia de horas creció un 5,2%, mientras que el subempleo por ingresos (subempleo invisible) aumentó un 3,3%.

El subempleo, que afecta a más del 40% de la población ocupada, refleja una realidad preocupante. Si bien es cierto que el aumento del subempleo, en el contexto de economía informal dominante, no es tan mala noticia para el país, dado que permite que los peruanos vulnerables tengan una forma de generar ingresos, esta condición, por otro lado, tiene una cara de precariedad que sólo se puede mejorar con crecimientos económicos robustos y persistentes que hace tiempo el país no experimenta.

Tengamos también en cuenta que incluso, para que el crecimiento del PBI cumpla con las proyecciones gubernamentales, la economía necesitaría mantener un promedio de crecimiento del 3,7% en lo que resta del año. ¿Será esto fácil? Consideremos que el crecimiento en julio estuvo impulsado principalmente por factores atípicos, como la inversión pública y el repunte en sectores como la manufactura no primaria y la construcción, cuya dinámica futura todavía está por confirmarse. Además, los primeros indicadores de agosto nos muestran señales de desaceleración, particularmente en la inversión pública, que creció solo un 21% frente al 33% del mes anterior. Todavía hay timón y acelerador que sostener en este vehículo que es nuestra economía, para poder superar al menos el deseado hito.

Así, siendo el crecimiento de 4,5% en julio alentador, se requiere mayor constancia y persistencia en las políticas que implemente tanto el Ejecutivo como el Congreso de tal forma que no golpeen negativamente tanto las expectativas de consumo como las de inversión. Y, claro, teniendo en cuenta nuestro pasado reciente, esto será ya todo un reto.

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