El efecto Chibolín
Por Gustavo Massa
Un temblor mediático ha golpeado nuestro país: el caso de Andrés Avelino Hurtado Grados “Chibolín”. Por muy raro que parezca, la detención del ex imitador de “Luz Clarita” le ha movido el piso a más de uno, creando como era de esperarse, un circo mediático.
Es que, tratando de dejar atrás su etapa de “Chibolín”, Andrés Hurtado creó otro personaje. Un personaje que podría definirse como una mala parodia de hombre exitoso, el cual hacía una gala exagerada y ridícula de lujos y poder. Supongo que, para algunos este personaje debe haber sido gracioso o por lo menos simpático, un personaje hecho para entretener y resaltar en la variopinta farándula peruana.
Hasta ahí todo era sana diversión, pero el problema nace cuando a raíz de un reportaje periodístico comenzamos a ver que al parecer no estábamos frente a un personaje, estábamos viendo a una persona que tenía más poder e influencias de las que podríamos haber dado crédito; y es ahí donde la comedia se volvió un drama.
Es así que, la bomba desatada por la detención de “Chibolín” ha generado más de una onda expansiva, como lo son la preocupación, el interés y el morbo por descubrir quienes pueden haberse visto beneficiados y complicados a consecuencia de su poder e influencias. Y ya comenzaron a salir en los medios los dedos acusatorios: que tal persona lo conoce, que “fulanito” lo conoce desde antes, ”menganito” habló bien de él, o “sutanito” fue, o lo invita su programa,
Es decir, comenzó la “cacería de brujas”. Ahora se trata de vincular a todo el que conoce a “Chibolín” en su red de influencias y favores ilícitos para hacerlos caer como castillo de naipes. Esta “cacería de brujas” es peligrosa, porque en este país tendemos a generalizar, y contrario a derecho; al igual que algunos jueces y fiscales, solemos pensar que uno es culpable hasta que se pruebe lo contrario.
Estamos en una época en que es muy fácil atacar a otra persona o tratar de desprestigiarla, plataformas donde prácticamente no hay censura o el control escasea, sobran (Facebook, Instagram, Twitter, TikTok). Haber ido al programa de “Chibolín” o tener una foto con él no significa que hayas tenido conocimiento de la comisión de delitos, ni que hayas sido cómplice de alguno, se necesita más que eso para poder sindicar debidamente, sin embargo, las suspicacias siempre superar a la realidad
Hoy en día podríamos definir al “efecto Chibolín”, como esa anomalía en la que comenzamos reducir el derecho a su mínima expresión y en la que comenzamos a olvidarnos de la razonabilidad y la probática a favor de lo mediático. El efecto “Chibolín” es cuando utilizamos un caso mediático como herramienta política, es por eso que ahora que se comienzan a perfilar los candidatos para las próximas elecciones hay que tener cuidado con la información que consumimos.