Deuda histórica

Por Ántero Flores-Aráoz

El 17 de diciembre de 1996 un grupo de integrantes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), que como se sabe y está acreditado, es una organización terrorista, liderados por Néstor Cerpa Cartolini, tomó la residencia del Embajador del Japón, durante la celebración del natalicio de su emperador, convirtiendo en rehenes a los anfitriones del evento, a los cientos de invitados y al personal al servicio del acto social.

Muchos de los rehenes fueron soltados poco a poco de su confinamiento en la residencia diplomática mencionada, pero quedaron algo más de setenta, quienes permanecieron secuestrados en condiciones precarias durante 126 días, hasta que el 22 de abril de 1997 fueron liberados por los 142 comandos denominados “Chavín de Huántar” al mando del general José Williams Zapata, operación admirada en el mundo entero y en la que falleció uno de los rehenes que fue el juez supremo Carlos Giusti Acuña, así como dos de los comandos, los oficiales Juan Valer Sandoval y Raúl Jiménez Chávez.

Durante la retención de los secuestrados, y en el ánimo de liberarlos, se emprendieron negociaciones en que de parte del Perú y exponiendo sus vidas actuaron el entonces obispo de Ayacucho, Juan Luis Cipriani y Domingo Palermo en representación del gobierno. En simultáneo y en secreto se levantó una réplica de la embajada dentro de instalaciones militares y se preparó el salvataje de los rehenes, para lo cual desde los alrededores de la residencia diplomática se construyó un túnel por trabajadores mineros, lo que permitió la incursión liberadora por nuestros comandos “Chavín de Huántar”.

Dentro de la embajada y como rehenes, tuvieron actuación destacada para mantener comunicación con el exterior el almirante Luis Giampietri Rojas, así como el canciller Francisco Tudela, aunque en sus inicios hubo rehenes liberados tempranamente que actuaron erráticamente, como uno que pidió y obtuvo un autógrafo del terruco Cerpa Cartolini y años después en ejercicio de la Presidencia de la República declaró a dos prontuariados como héroes nacionales, o sea al mismo nivel de Grau, Bolognesi y Ugarte. ¡VERGONZOSO!

Es sumamente destacable la actitud y estrategia desplegada en aquel entonces por quien fuera presidente de la República, Alberto Fujimori, que lógicamente contrasta con el comportamiento de un conocido diario que alertó de la construcción del túnel de acceso a la residencia del embajador Aoki y que puso en peligro la operación de rescate.

El Perú está en deuda perpetua con los rehenes liberados, así como con el juez Giusti y los comandos Valer y Jiménez, como también con todos los demás comandos que intervinieron en la recuperación y liberación de los rehenes, con estos últimos así como también con los mineros que construyeron el túnel de acceso a la residencia diplomática.

Una forma de expresar el reconocimiento patrio es haciendo un monumento para ellos en lo que fue la ya famosa residencia del embajador japonés en el distrito de San Isidro, entre las calles Tomás Edison, Barcelona y Marconi. La residencia fue demolida y el terreno vendido por el Gobierno del Japón a la empresa Rillo S.A.C (antes Livia S.A.C), por lo que bien podrían Confiep o Cepeja levantar fondos entre sus afiliados y relacionados para comprar el predio y entregarlo a la Municipalidad de San Isidro para hacer el monumento y parque en homenaje a quienes sí son héroes de la patria, dado que lo existente como el “Lugar de la Memoria” y el “Ojo que Llora”, no son suficientemente representativos para dicho homenaje.

Alternativamente podría proponerse en el Congreso y dictarse ley, para que declarando de interés público la edificación del monumento propuesto, se disponga la expropiación del predio. El interés público no solamente es tema material, como la construcción de una carretera, sino también para homenajear a quienes defendieron nuestra patria del terrorismo homicida y depredador. El honor de la patria es superior a cualquier legalismo.

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