Clara Elvira Ospina: «Uno tiene que decir la verdad aunque duela»

Por: Germán Yuca Ch.

Durante su paso por Arequipa, el diario El Pueblo conversó con Clara Elvira Ospina sobre los profundos cambios que atraviesa el periodismo.

PERIODISTA COLOMBIANA CON MÁS DE 30 AÑOS DE TRAYECTORIA

Ospina Garzón, periodista colombiana con más de 30 años de trayectoria en medios de comunicación de Colombia y Perú, ha sido reportera, cronista y directora durante nueve años. Ahora, como cofundadora de un medio digital, reflexiona sobre el futuro del periodismo en un mundo cada vez más tecnológico y del rol de la mujer periodista.

¿Cómo llegaste a ser periodista? ¿Qué te atrajo a este mundo?

-Me vino en la sangre. Mi padre es periodista. Toda la vida vi a mi papá teniendo unas peleas durísimas y siempre en la mesa diciendo «tengo que hacer esto, porque esto es lo que hacen los periodistas». Él empezó a ejercer el periodismo en un pueblo que es cabecera de una zona violenta en un momento histórico muy violento, que se conoció en Colombia como la ‘Guerra de las Esmeraldas’.

Había una guerra que repercutía mucho en lo que pasaba en términos de seguridad, economía y todo en Chiquinquirá, el pueblo donde crecí. Lo insultaban y lo amenazaban con expulsarlo. Mi madre le decía «no te expongas» y él respondía «es lo que tengo que hacer, porque esto es lo que hace el periodista». Desde el desayuno de mi infancia entendí lo que significa ser periodista. (…) Me parece que fue lo más natural que yo sea periodista. Siento que no podría ser otra cosa más. Siento que es lo único en lo que me siento feliz y satisfecha. Me resisto a dejar de hacerlo y no cedo a la tentación de hacer otras cosas.

¿Cómo percibes los cambios en el periodismo a nivel mundial, especialmente con la digitalización y la inmediatez? ¿Cómo ha impactado esto en tu ejercicio profesional?

-No quiero ser tan pesimista, pero me cuesta trabajo. Veo un deterioro de la palabra, de la verdad y de lo que yo aprendí que era ser periodista: verificar, tomar partido por la verdad y no por la mentira o la manipulación. Lo peor es que eso es lo que más triunfa en la audiencia. Hay gente que prefiere que le mientan. Es como dice Gloria Trevi «si él me diera otro beso, ¿qué más da si me miente? ¡yo le creo!». Hay gente que dice ‘si me da espectáculo, ¿qué más da si me miente?’ Yo no creo eso. Creo que uno tiene que decir la verdad aunque duela. Me cuesta mucho ver que lo liviano es lo que pega. Que la gente no quiere pensar ni demorarse en comprender el subtexto o analizar las sutilezas del lenguaje. La gente quiere todo facilito. Dámelo ya. Dame tres líneas, un titular, dame chat GPT, sino luego te dicen «tu nota no la leyeron porque el titular no era atractivo», porque es que el tuit fue críptico y a la gente eso no le gusta. Yo digo que deberíamos avanzar hacia un criterio y pensamiento crítico más sólido, pero lo que hacemos es retroceder. 

¿Qué reto afronta la televisión como medio de comunicación en la era digital? 

-El mismo. O sea, digamos que en el periodismo digital tienes que hacerle caso al sistema. ¿Qué implica eso? Pues tienes que preguntar cuáles son las palabras trendy, ponerle titulares virales a tus videos, porque si tú le pones un título que no está trendeando,  nadie lo ve y desaparece. Entonces no es que te censuren, es que tu video simplemente se hunde, ¿no? En las plataformas que son las que mandan hoy, los verdaderos dueños del mundo, deciden cuáles son las ‘malas palabras’. Masacre, muertos, asesinatos, violencia sexual, violación, abuso, pederastia, aborto, son malas palabras para las plataformas. Entonces tú no puedes usarlas, entonces hay una niña violada, embarazada, que le van a hacer un aborto terapéutico. Te permiten publicar, pero te silencian el video, te lo descatalogan y no hay manera en que lo encuentres a menos que tengas el link. 

En cuanto a la televisión, queda claro que hoy lo que manda es el stream, entonces la televisión tiene un enorme desafío y es que la publicidad se está yendo para allá. Un lugar en donde hay millones de productos, donde hay oferta súper segmentada, más barato y más dirigida. La televisión también, hablando de la tradicional, ha visto reducidos sus ingresos en forma dramática y se ha precarizado el trabajo, el contenido y la calidad. Aunque ahora ha empezado a entrar en las reglas del juego del sistema, porque el que no entra por el aro no existe. 

¿Qué alternativa, qué camino seguirás para afrontar los problemas actuales?

-Yo siento que hay que persistir. Claro, hay que sobrevivir y buscar nuevas maneras de financiarse, porque el periodismo no se va a financiar con vistas. Cómo se va a financiar el periodismo, se va a financiar como está, con vistas, con vistas se financian otros proyectos, otras plataformas, pero el periodismo así, de este del que te estoy hablando, cuesta mucho que sea masivo, ¿no? Entonces, claro, hay que entrar un poquito en el juego, pero también hay que encontrar otras formas de financiarse, ¿y eso qué implica? Que hay que hacer más trabajo para ganar lo mismo que ganabas antes. Anteriormente tus preocupaciones eran hacer noticias, hacer tu trabajo, hacerlo bien, ahora tienes que pensar, ¿cómo voy a financiar este medio?, ¿qué voy a hacer?, ¿tengo que reunirme con gente?, ¿tengo que presentar proyectos?, ¿tengo que hacer?, porque esa es la manera de sobrevivir ahora. 

¿Cómo ha sido tu evoluación en los últimos años?

-Bueno, como dije cuando me presenté: soy directora, fundadora, mensajera y periodista de Epicentro TV, He asumido los trabajos que tenía un gran equipo, pues si me toca ser mensajera y llevar un papel de Epicentro, pues yo lo llevo. Si hay que presentar un proyecto, yo lo escribo. Somos cuatro consiguiendo noticias, cuatro buscando nuevas ideas, cuatro haciendo programas en vivo, cuatro consiguiendo y coordinando invitados. 

En televisión hay un productor que consigue los invitados. Aquí nosotros conseguimos los invitados, los llamamos y preguntamos si pueden darnos una entrevista. Acá nosotros inventamos los nombres de los programas, diseñamos las gráficas y todo lo demás. El cambio es brutal en eso, pero un cambio muy rico es que soy profundamente libre, no porque antes no lo fuera, sino que antes tenía tantas responsabilidades y obligaciones que no podía decir «hoy me voy a inventar esto», porque implicaba mover la maquinaria de América para que funcionara. La televisión tiene unos códigos en las que no puedes jugar tanto, en cambio aquí si intentas algo y no funciona, lo quitas. No hay escándalos si lanzas un producto y no funciona. En televisión si un programa va mal, te hacen una nota en un periódico titulado «tal programa fue un fracaso». Entonces obviamente la visibilidad que tenía en América era muy grande y más riesgosa. Aunque, claro que tener el músculo de un canal de televisión era una maravilla.

¿Consideras que tu trabajo es más gratificante? 

-Es diferente. Yo fui muy feliz en mis anteriores trabajos. Me sentí satisfecha y pude hacer lo que quise hacer. Defendí el trabajo de un equipo sólido de gente que se apasionaba por el periodismo y eso me generó una gratificación enorme. Siento que lo que hacemos, así sea chico o a veces no tenga tanta visibilidad como quisiéramos, es gratificante. Estamos aportando nuestra experiencia, nuestro compromiso con la verdad para nuestro público y hay gente que aprecia nuestro trabajo.

¿Cómo es ser una mujer en el mundo del periodismo, dado que muchas veces hay ciertas dificultades para ustedes?

-Bueno, mira yo creo que la vida para las mujeres es más dura que para los hombres. Por ejemplo, es una bendición poder tener hijos, pero es muy duro el proceso. Yo siento que los éxitos de las mujeres siempre son sospechosos porque siempre dicen, por lo bajo o por lo alto, «¿qué habrá hecho para conseguirlo?», «¿Qué habrá hecho para ganar eso?». Yo puedo decir qué he hecho para ganar lo que tenía: trabajar muy duro. He tenido una alta dosis de esfuerzo y diría que también suerte, porque sin eso no la haces. Pero suerte que solo toca a quienes están preparados. Por ejemplo, tienes suerte si conoces a alguien que eventualmente te ofrece un trabajo, pero si tú no estás preparado, así te lo ofrezca un cercano, te va a perro y al mes te botan del trabajo, ¿cierto? Entonces por un lado hay que estar bien formado, hay que tener talento, hay que estar comprometido. También hay que trabajar mucho y también está la suerte, ¿no? Eso pasa todo el tiempo.

Alguna experiencia específica que te haga pensar asi… 

-Yo he tenido muchos momentos de mi vida de parteaguas, de caminos separados. Cuando tenía 24 años me ofrecieron ser la jefa de comunicaciones del presidente de Colombia y me tentaba porque yo decía «es un elogio para mí que me estén ofreciendo esto». Yo me sentía pues que iba a conquistar el mundo y lo pensé mucho, dudé mucho y al final dije ¡no!, se partió mi vida, porque si yo hubiera tomado el camino de ser jefa de comunicaciones de un presidente que estaba muy cuestionado en Colombia en ese momento, pues no sé si me hubiera ido bien o mal o regular, pero habría tenido otro camino. Aunque hubiera vuelto al periodismo, siempre me habrían mencionado «pero si usted fue la jefe de prensa del presidente X». Entonces,  claro, yo tenía talento, pero en ese momento alguien me vio. Eso fue suerte, ¿pero qué más tuve? Criterio. Dije, no y seguí por este otro camino que era el que me gustaba.

A las mujeres periodistas siempre les dicen, «ay, pero ¿qué hizo?», Tomó una buena decisión, «¿qué hizo?» Estaba en el momento adecuado, «¿qué hizo?» Estaba preparada. Entonces, eso es lo que me ha pasado a mí, esa es mi experiencia y claro, que me han inventado millones de historias y todas me resbalan, algunas han sido más horribles que otras y mi condición de mujer, hoy, todavía es un problema. A los hombres no les cuentan el paso de los años. A los hombres periodistas nunca les dicen cómo está de viejo y de feo, a las mujeres periodistas sí lo hacen. A mí me dicen, como insulto, ¡cómo está de vieja! Y yo pienso, bueno, ¿vieja o con experiencia? Porque tengo 53 años y 34 de experiencia periodística, porque empecé trabajando cuando acababa de cumplir 20 años. Sí, me han salido canas.  ¿Acaso a los hombres periodistas no les pasan los años? Les pasan y mucho. A los hombres les pasan cosas tremendas con los años, pero a ninguno se le dicen nunca, pero a las mujeres sí. 

Eres una ávida lectora, ¿qué es lo que más disfrutas leer? 

-A mí lo que más me gusta leer es literatura, la verdad. O sea, leo mucho ensayo y análisis políticos, pero lo que más disfruto son las historias, eso me encanta. Yo estoy fascinada por los cuentos, porque me echen cuentos por echar cuentos, yo vivo contándole relatos a mi hijo, a mi marido, digo, no sabes lo que te tengo que contar y le hago onomatopeya y todo eso porque me gusta hablar, me gusta la oralidad y me gustan las historias. Me gusta leer porque siento que eso me ha abierto el mundo, yo antes de viajar a Europa por primera vez ya había recorrido lugares en Alemania leyendo, había recorrido lugares en España, de París, de Indonesia, de China sin haberme montado un avión para irme de viaje. Eso para mí es maravilloso. Yo leí El Amante de Margarita Ross, Las Memorias de Adriano, El Proceso de Kafka, La Metamorfosis, muy joven y todo eso me mostraba una cosa, leí La Guerra y la Paz, leí La Madre de Máximo Gorky, bueno Rusia, entonces uno lee muy joven y dice ¡wow! ¿cómo puede pasar esto? Eso es lo que más me gusta de la lectura.

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