Mediante el uso de bacterias universitarios limpian agua contaminada de curtiembres
Por: Roxana Ortiz A.
Durante años las aguas residuales que generan las curtiembres han sido un problema de contaminación, desde que se arrojaban sin ningún tratamiento al río Chili cuando estaban ubicadas en la avenida La Marina y actualmente en Río Seco que se derivan a la quebrada de Añashuayco. Gracias a una investigación universitaria es que con el uso de bacterias, esta agua residual ya no genera tanto daño al medio ambiente y a las personas.
A través de este proyecto, los investigadores lograron identificar bacterias nativas capaces de reducir la alta toxicidad del cromo hexavalente que hay en las aguas residuales provenientes de las curtiembres. El hallazgo permitirá minimizar el impacto de la contaminación provocada por estos líquidos, altamente lesivos para el medio ambiente y para la salud de las personas.
Se ha determinado mediante estudios científicos, que la exposición y hasta el consumo de las aguas residuales con alto contenido de cromo, provoca cáncer y otras enfermedades degenerativas.
El trabajo estuvo a cargo del grupo de Investigación de Ciencia y Tecnología Ambiental de la UCSP, cuyo director, Javier Montalvo Andía, explicó que nació en el 2019 y para su desarrollo, inicialmente concursaron y obtuvieron fondos del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Concytec), por aproximadamente 550 mil soles.
Se analizó los residuos de la laguna de oxidación de Río Seco, ubicada en el parque industrial del Cono Norte. Allí alrededor de 400 empresas dedicadas a la industria del cuero y otras actividades, la mayoría informales, desechan sus aguas con alto contenido de cromo y metales pesados, exponiendo a los residentes del lugar y contaminando la zona.
Se tomaron muestras de los desechos con el fin de aislar y cultivar bacterias resistentes a metales pesados que viven en estas aguas. Posteriormente, tras un minucioso trabajo de aislamiento, cultivo y pruebas de tolerancia, se enviaron las mejores cepas bacterianas al laboratorio Macrogen de Corea del Sur, para su identificación molecular, dónde determinaron que tres de estas bacterias eran reductoras de cromo VI (la variación más contaminante de este metal).
Estos microorganismos tienen la propiedad de reducir el cromo VI a cromo III, volviendo unas mil veces menos lesivo el metal pesado y con el cual se puede dar tratamiento a las aguas residuales, proceso conocido como biorremediación bacteriológica.
Montalvo explica que la biorremediación bacteriológica, es una alternativa ecológica y eficaz para restaurar y remediar los sitios contaminados con cromo mediante cepas bacterianas. “Estos microorganismos juegan un papel vital en la disminución del cromo 6 al cromo 3, porque tienen capacidad de reducción y bioabsorción, por lo que es una opción confiable y factible para manejar aguas residuales contaminadas por cromo y otros metales. Las bacterias, además, mostraron resistencia a otros metales pesados, por lo que la tecnología podría usarse como alternativa de remediación en otras áreas, como la minería e industria en general”, resaltó.
Dijo que su implementación demanda costos bajos en comparación con otras tecnologías por lo que su aplicación es viable y una alternativa amigable para enfrentar los efectos contaminantes de los metales pesados.
Esta innovación fue reconocida por la Sociedad Nacional de Industrias, como un gran aporte para la ciencia en el país, pues representa el primer paso para empezar a remediar la contaminación de aguas residuales de las curtiembres. “De alguna manera hemos hallado la solución dentro de este problema”, recuerda Montalvo.