Arequipa: 40% de los vegetales orgánicos se desperdicia en la ciudad

Se necesita reforzar la economía circular.

Por Danna Felipe B.

Sorprendentemente, un promedio del 40% de vegetales orgánicos, es decir, aquellos cultivados sin el uso de productos químicos, termina siendo basura en la ciudad de Arequipa.

El biólogo y docente universitario Benigno Sanz basa este promedio en los datos registrados por el Pigars (Plan Integral de Gestión Ambiental de Residuos Sólidos) del municipio provincial de Arequipa.

«Es casi la mitad. Desde que los vegetales salen de la chacra, son trasladados, llegan a los mayoristas, las personas los compran, están en casa. Durante todo ese tiempo, casi la mitad se desperdicia, más en el paso de los mayoristas», afirmó.

Pero ¿por qué?

Sanz explicó que, en términos sencillos, el proceso productivo es básico. No se maneja una estadística confiable de, por ejemplo, cuántas lechugas consume Arequipa en cada estación y cuánto se produce. Esa relación es importante. Así también los agricultores se verían menos afectados económicamente, porque cuando hay sobreproducción, por más que baje el precio, no todo llega a los consumidores finales.

La responsabilidad de optimizar la cadena productiva recae principalmente en el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego y en la gerencia regional de Agricultura.

De otra parte, entran en juego las principales características organolépticas. El comprador se fija primero en cómo se ve el alimento, luego en cómo huele y en cómo sabe. «Hay que tomar conciencia de que se tiene que contaminar mucho con productos químicos para que un alimento pase mi primer requisito organoléptico», aseguró el biólogo.

El docente universitario resaltó que, en el botadero de Quebrada Honda, el agua de los vegetales orgánicos se mezcla con metales pesados y es factible que contamine el recurso hídrico subterráneo. Afirmó, entonces, que ese porcentaje de desperdicio podría tener otros usos. «Los residuos sólidos de la plataforma comercial Andrés Avelino Cáceres convertidos en energía», ejemplificó.

En los repositorios de las universidades hay muchos trabajos de investigación que confirman que lo que hoy se desecha tiene utilidad.

«La cuestión es no dejar el trabajo como un plan piloto. La autoridad debe tomarlo como herramienta de gestión y convertirlo en política pública. El papel de la academia es importantísimo para la economía circular», finalizó.

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