Con la mirada fija en Chile
Por: Jorge Varela – El Montonero
Si en Chile la propuesta de nueva Constitución fuera rechazada, el itinerario que tendrá por delante el país austral a partir del 4 de septiembre se avizora nebuloso. Después de tanto desenfreno utópico e identitario, una vez que por decisión del pueblo soberano las expectativas, fundadas o infundadas, duerman esparcidas sobre la berma, la ciudadanía y el gobierno deberán enfrentar un panorama confuso, lleno de escollos y vicisitudes. Un desenlace negativo para la opción ‘apruebo’ colocará al Gobierno de Gabriel Boric y a los sectores del oficialismo en una situación compleja, afectando la implementación de sus políticas concretas y el avance de su proyecto ideológico-estratégico.
Si bien Boric ha mostrado dosis de ductilidad suficiente en situaciones específicas, sus compañeros más radicales y rústicos apenas disponen de un menguado arsenal táctico para llegar a acuerdos. Sus amigos y aliados constituyentes del Frente Amplio, de Chile Digno (controlado por el Partido Comunista), de Pueblos Originarios, de Pueblo Constituyente (conformado por exintegrantes de la fenecida Lista del Pueblo), del Colectivo Socialista y otros no militantes pertenecientes a movimientos sociales se han apresurado a levantar un dique de contención ante una posible avalancha de votantes en favor del ‘rechazo’ que sepulte en un hoyo al texto normativo que han elaborado.
Muchos integrantes de la Convención Constituyente ya han comenzado a padecer aquellos estremecimientos propios de quienes sienten la cercanía del descalabro. Las encuestas dadas a conocer no presagian, por ahora, buenas noticias para ellos, ni cielos despejados para el resto del país. Dado que la desesperación devenida en pánico ha comenzado su agobio y es mala consejera, varios convencionales están convertidos en propaladores de anuncios atemorizantes, cuya finalidad es profetizar estallidos y caos social, para que la ciudadanía no se pronuncie por el rechazo en el llamado ‘plebiscito de salida’. Según Jaime Bassa, exvicepresidente de la Convención Constituyente, si ganara el rechazo “vamos a tener una crisis política y social importante” (programa Tolerancia Cero, CNN Chile, 17 de abril de 2022).
¿Puede entenderse una conducta tan túrbida como la descrita? Esta presión malévola, contraria al sentimiento de culpa que quizás tendría la mayoría insensata al constatar cómo se cae el proyecto que hoy tambalea, significa que ni siquiera entre los más doctos y preparados hay un mínimo de conciencia respecto de la inmensa responsabilidad ética e histórica que asumieron.
Al interior de la Convención –buque madre de las esperanzas torcidas– había algunos tripulantes con más experiencia y oficio que la obtusa mayoría vocinglera, quienes lograron mantenerse en pie a pesar de tantos embates y no se marearon durante el año de tormentosa travesía que por fin ha terminado. Lamentablemente su aporte intelectual careció de influencia suficiente; sin espacio político nunca pudieron conducir la nave a puerto seguro, y en ocasiones el naufragio apareció como único destino a compartir junto a compañeros perturbados y ciegos.
Debido a ello, los convencionales constituyentes debieran mantenerse atentos a la presentación de recursos e instancias jurídicas dirigidas a determinar la responsabilidad personal que pudiera imputárseles, por parte de ciudadanos que denuncien descuido o atropello de deberes o conductas incompatibles con la dignidad del cargo; acciones fraudulentas y abusivas contra la unidad y estabilidad de la Nación, contra la integridad de los poderes del Estado, contra la paz y seguridad de la sociedad, contra la auténtica soberanía popular. El lío en que están inmersos es mayúsculo, pues no cabe duda de que en casos específicos han excedido el mandato claro otorgado por el pueblo. De modo que el ‘plebiscito de salida’ podría transformarse en una puerta de ingreso al túnel oscuro de las penas para algunos, y además en el inicio de un período largo de incertidumbre y de descrédito académico para otros. ¡Qué pena, por Chile y por ellos!
Ojalá el diálogo y la negociación que son las herramientas utilizadas en la cancha parlamentaria donde las colectividades políticas acostumbran disputar sus encuentros, pudieran dar paso a fórmulas racionales de mínimo acuerdo para resolver el destino democrático-institucional del Estado en fase crítica. De lo contrario, el futuro no será tranquilo ni esplendoroso, como debería ser.