Un puente de palabras Juan Carlos Rodríguez Farfán
Por: Juan Carlos Rodríguez Farfán
El puente es una excelente metáfora para un libro iniciático. Un puente siempre une dos riveras opuestas. Un horizonte y la vida que corre bajo sus arcadas. En Puente de Varolio la poeta peruana Vanessa Gonzáles Madrid nos invita, con una escritura apasionada y apasionante, a recorrer los diversos momentos de su existencia. En este puente de palabras se van descubriendo sus preocupaciones de mujer, de hija, de amante con una rara limpidez. Un primer libro es siempre un desafío inmenso. El poeta, la poeta, quiere abarcar todos los aspectos de la vida, como también de la muerte. La ambición es indispensable con nuestro primogénito. Esta tentación totalizadora puede reservar algunas buenas y malas sorpresas. Es imposible no evocar primeros libros brillantes como Las Flores del Mal de Charles Baudelaire o Las Iluminaciones de Arthur Rimbaud. Poetas que con tan solo estas obras marcarían de su impronta indeleble la literatura mundial. En Puente de Varolio el punto de partida es el llanto: (“Metamorfosis”) “Cuando lloro mi cara se transforma y mis ojos cambian de color, verde amarillo, olivos; el llanto se apodera de los castaños falsos y libera los de verdad, los que cuentan, los que cargan legañas prisioneras, los que todavía creen. La poesía de Vanessa está en el detalle. En el color. Quién sabe sea esta la mejor manera de entrar en la realidad. La vida existe en la pintura. En la representación del rostro. En el auto retrato. El poemario está a la imagen de este primer texto. Vanessa Gonzáles está lejos de la complacencia con sus propios dolores y desgarramientos, a la vuelta de un verso dramático brota el humor, la luz. Vanessa Gonzáles escapa así a las jeremiadas en la que muchos escritores sucumben en un patetismo fácil. Otro aspecto relevante de la poesía de Vanessa Gonzáles reside en su alejamiento de piruetas verbales (Ansiedad Manifiesta) “De día tomo pastillas, las escojo, les hablo, les cuento lo importante que son, les agradezco. A veces una o dos. En días en que mi mente deja de contestar, puede que tres. Entran en mí, se alistan para el viaje. Espero unos minutos, escucho el movimiento, hablan entre ellas, se apiadan de lo que encuentran, emiten sonidos que suben, arrastrándose por mi garganta. No estoy tan sola, pienso”. El fenómeno de decantación es imprescindible en poesía. Sólo debe aparecer lo necesario, lo justo, lo preciso, lo cristalino. Cuántas veces hemos deplorado el afán de algunos colegas de impresionar con metáforas alambicadas, con adornos innecesarios que ensombrecen un feliz hallazgo lírico. Contrariamente a algunos movimientos muy a la moda en nuestra época, yo considero que no existe una literatura femenina, como tampoco una literatura homosexual u trans-género. Lo que existe es la buena o la mala literatura. Vannessa Gonzáles Madrid hace parte del primer grupo. Su condición de mujer es sólo un detalle. La condescendencia de una parte, o la coartada para justificar bodrios por otra, de los promotores de subgéneros no tiene sentido en su caso. La cincuentena de poemas que constituyen “Puente de Varolio” confirma el nacimiento de una voz personal, única e intensa. Frente al caos reinante, solo nos queda la creación artística como resistencia certera. Saludamos con algarabía la aparición de este “Puente de Varolio” que no solo une orgánicamente el cerebelo y la médula oblonga, sino y sobre todo une la hermosa juventud con la alta poesía.
Puente de Varolio (Colmillo Blanco Editorial), poemario de Vanessa Gonzáles Madrid fue presentado en Arequipa, el miércoles 20 de julio del 2022 en el Auditorio de la Biblioteca Regional Mario Vargas Llosa, en presencia de la autora. Comentaron Christian Esteban Couto y Juan Carlos Rodríguez Farfán.