Lo ocurrido en el aeropuerto
Lo sucedido en el aeropuerto evidencia la necesidad de un reajuste en el quehacer del sector público, los hechos hablan por sí solos.
Los primeros dos días de funcionamiento del nuevo aeropuerto internacional Jorge Chávez no han servido para prestigiar al país sino para demostrar que nada de lo hecho y postergado en tres ocasiones ha sido útil para realzar la obra pública del Gobierno.
Miles de pasajeros nacionales e internacionales han dado cuenta de los errores cometidos, como por ejemplo el que no hubiera combustible para que pudieran despegar las aeronaves que estaban esperando el abastecimiento y trasladar a sus pasajeros a las ciudades del país que eran su destino e incluso a naciones vecinas que también sufrieron postergaciones y maltratos hasta de los agentes encargados de la orientación para los usuarios.
Si malo fue el día de la inauguración, también fue igual el segundo día. Es de esperar que las cosas se enderecen de tal manera que la belleza y excelencia del terminal aéreo peruano se comente en todo América para evidenciar que sí sabemos hacer bien las cosas de Estado y no como se pudo ver en las últimas 48 horas.
Es necesario investigar las causas de los males, ponerle remedio a tiempo para que no se desprestigie la obra pública del Gobierno y el trabajo realizado a favor de los usuarios.
Todas las maniobras anteriormente hechas para asegurar bondades resultaron infecundas y solo han traído como consecuencia descrédito para el esfuerzo realizado. Eso solo puede pasar en un país, que como en el caso de los fusiles para mejorar la labor de la Policía terminamos conociendo que habiéndose invertido millones en ellos no había balas para ser disparadas en defensa de la comunidad. Así no hay un buen gobierno y lo ocurrido en el aeropuerto termina por revelar que no tenemos oficinas públicas suficientes y que al hacer algo tenemos que poner especial cuidado cuando se trata de personas y de vidas.
