SIN AMBAGES

Ni algodones de azúcar ni manzanas acarameladas

Por Úrsula Angulo

Voy caminando feliz por la vida sin molestar a nadie y llega a mis oídos que alguien hizo algún comentario desagradable de mí. Sigo por la vida, ahora conduciendo, y el chofer que intentaba estacionar en el espacio de al lado acaba de raspar mi auto. Hasta que llego a casa a ver la final finalísima del campeonato de fútbol entre clubes del noroeste y el sureste del planeta que se lleva a cabo cada diez años y solo si la temperatura en la ciudad anfitriona es de exactamente veinte grados centígrados, es decir, campeonato superimportantísimo en la historia del fútbol mundial. Y se corta la luz (no, no puedo ir a la casa de un amigo a ver el partido porque —para efectos de este artículo— el corte de luz es en toda la ciudad).

Y así, molestias por doquier y, cómo no, problemas y complicaciones que no faltan. Porque esa es la vida y ya lo sabemos, porque nos han contado lo que les pasó a los padres del abuelo, a la abuela y su hermana, a nuestros padres, y sabemos lo que nos sucede a nosotros mismos. Entonces, no esperemos una vida dulce y encantadora porque no existe. Algo sucederá cada cierto tiempo y, si no es grave, no le demos importancia; ya sabemos que los inconvenientes van a dar con nuestra ubicación de una manera u otra, tomémoslos con el mejor de los ánimos.

Me enteré por las noticias que, en medio de un bosque en Escocia y por cerca de cuarenta años, vive un señor en una casita muy simpática rodeada por muchos árboles. Por lo que se veía, sin castillos encantados cerca ni duendes ni hadas, sin vecinos —quizá alguna familia de osos por ahí, pero sin Ricitos de Oro—. Y algo me dice que incluso este señor que decidió alejarse de la humanidad también tiene problemas.

Piensa por un momento en aquello que te pasó hace un par de días, ¿valió la pena tu disgusto o tu preocupación? Si no fue grave, por supuesto que no valió la pena. Si se quedaron las llaves dentro del auto, si olvidaste la billetera en casa, sabrás resolverlo de alguna manera. Hazlo, resuélvelo, y que sea solo una anécdota o un recordatorio para que la próxima vez tengas un trocito más de cuidado y ya.

Piensa en los problemas grandes y tristes por los que atraviesan muchas personas y quizá aquellos que han significado momentos muy difíciles para ti. Entonces, que esas pequeñas incomodidades del día a día no se lleven tu paz. Analiza si lo que acaba de suceder es realmente grave; si tú mismo te respondes que no lo es, no lo es.

Toma decisiones correctas y camina sin buscar conflictos; aun así, algo por resolver se te va a cruzar por ahí, pero escoge siempre tu tranquilidad. No olvides que los algodones de azúcar y las manzanas acarameladas sí existen, pero no como material de construcción de la vida en este mundo.

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