Mensaje de la Nación a la presidenta Boluarte

SERMO HUMILIS

Por: Alejandro Paz S.

Es en sí una tradición, de expectativa, esperar el mensaje de la Nación de nuestro primer mandatario, ahora de usted presienta Dina Boluarte. Más allá de esa expectativa que se pierde por su baja aceptación e identificada por la población como no muy capaz de gobernar y por ende conducir al país, no se ven logros significativos por los que pueda revertir tal sentencia ciudadana.

Es notorio los cuestionamientos no solo a su persona por diferentes actos que han afectado irreversiblemente su credibilidad, que a ello se suma denuncias a sus más cercanos colaboradores, algunos en la sombra o tras oficinas poco o nada transparentes y en cargos o encargos personalísimos; en consecuencia, deslegitimizados.

En lo que resta de su mandato, es poco lo que pueda hacer; aunada a la connotada incapacidad de los actores del gobierno central y subalternas dependencias que no contribuyen a la buena voluntad que pudiera usted desplegar y que generosamente podría reconocérsele. Por el contrario, resaltante es el empuje y emprendimiento del sufrido microempresario y trabajador del día a día que mueve la economía, a diferencia del gran sector empresarial que a la distancia, especulador y sigiloso se mantiene a su interés firme en el mercado.

Los sobresaltos ante la inseguridad se han camuflado de tal forma que la población convive con la delincuencia, la esquiva en su puerta, en la esquina, a media cuadra de una comisaría; mientras los llamados a cautelar el bien jurídico protegido del orden interno, en su acepción más amplia, se interponen unos a otros acciones constitucionales, judiciales, extrajudiciales, políticas y de la índole que mejor asocien para tomar el control o poder que les es negado por nuestro ordenamiento jurídico, denigrando todo principio de autoridad, el que además está ausente en este mal concebido estado de derecho.

Los enfrentamientos entre el gobierno central con los gobiernos regionales y locales, como de éstos entre sí, son de cada día, como fiel muestra de inmadurez e ignorancia política, ausencia de concertación, consenso y gobernabilidad, que debería liderar el ejecutivo. Si volvemos la mirada al interior de los gobiernos regionales y locales, las impresiones son casi las mismas, salvo contadas excepciones –que por ahora reservo expresarlas como tributo a su buen nombre–; cuando debiera primar la capacidad en competencias, la honestidad, la transparencia en gestión pública, la severa denuncia y condena a la corrupción, mas no ensuciarse o dejarse caer en esa podredumbre indigna de la persona humana, fin supremo del Estado.

El mensaje no es de la presidenta a la Nación, sino es el mensaje de la Nación a su presidencia. Basta de cifras de cierre de brechas que aún son insuperables, de alimentación, salud, educación que son indicadores vigentes y palpables de pobreza. No al discurso de logros en papel o de teatros de operaciones en escritorio. No a proyecciones económicas auspiciosas cuando sectores de la población subsisten con menos de diez soles al día. No al arreglo de fechadas o implementación banal y vanidosa de oficinas de burócratas de mala estirpe, sino ejecutar obras de infraestructura para el desarrollo del país. Por tanto, demandamos orden en el aparato gubernamental, para la convivencia pacífica y desarrollo, social, económico y político del país. Así se garantizará no solo la independencia, sino soberanía en perspectiva de un país solidario, sustentable y sostenible a corto plazo.               

Dejanos un comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked with *.