Ser tacneño es llevar al Perú tatuado en el alma

Por Daniela Santander Revilla.

La Ciudad Heroica encarna una identidad forjada en la resistencia, sacrificio y cultura.

UNA MUESTRA ES SU OPOSICIÓN A LA CHILENIZACIÓN

Tacna es más que una ciudad al sur del país, es un símbolo vivo de resistencia, lealtad y memoria colectiva. Declarada «Ciudad Heroica» en 1828 por el Congreso de la República, Tacna se ganó ese título por mucho: lo hizo por su participación decisiva en las guerras de independencia y, sobre todo, por su firmeza durante la ocupación chilena tras la guerra del Pacífico. Separada del Perú por casi 50 años, su pueblo sostuvo una lucha silenciosa pero firme para no perder su identidad. En Tacna, la patria no fue un discurso, fue una labor diaria y valiente.

El historiador tacneño y docente en la Universidad Nacional Jorge Basadre, Juan Luis Gómez explica que el patriotismo de Tacna tiene una doble dimensión: histórica y cultural. “No existe otra ciudad en el Perú que haya resistido 50 años de ocupación sin ser asimilada”, afirma. A pesar del control militar, político y educativo impuesto por Chile, los tacneños conservaron sus símbolos y su idea de nación. La resistencia no fue pasiva, sino activa, sostenida desde la vida cotidiana hasta los actos más extremos de confrontación.

En el plano cultural, destaca la creación del paseo de la bandera, una procesión única en el mundo que se realiza cada 28 de agosto y que nació como una forma de protesta simbólica durante la ocupación. “Tacna es la única ciudad que rinde culto a su bandera como construcción colectiva de identidad. Eso no existe en ninguna otra parte”, sostiene Gómez Zegarra. A través de este ritual, la comunidad reafirma su lealtad al Perú, incluso cuando hacerlo era considerado un acto subversivo.

Pero Tacna también enfrentó una campaña sistemática de “chilenización” basada en la eliminación de escuelas peruanas, la expulsión de sacerdotes, la prohibición de celebraciones patrias, y la imposición de símbolos e ideas extranjeras. “La ocupación tuvo un componente colonial, racial y violento”, advierte el historiador. La administración chilena buscó reemplazar a la población originaria con colonos blancos, borrar registros eclesiásticos y desarraigar a las comunidades andinas.

Frente a estas agresiones, la resistencia tomó múltiples formas. Desde mujeres que escondían banderas bajo sus faldas, hasta jóvenes que cantaban el himno en secreto. Y, cuando fue necesario, también hubo respuesta armada. Gómez Zegarra relata que durante los años 20 se produjeron enfrentamientos entre la población y el ejército chileno. En Chayabiento, por ejemplo, un campesino mató a un carabinero tras la violación de su esposa, desencadenando una revuelta local.

Participación decisiva de Tacna en las guerras de independencia.

“Tacna no resistió solo con cultura, también con armas. Hubo asesinatos, enfrentamientos, expulsiones, y la población no fue sumisa”, sentencia el historiador. Esta dimensión violenta ha sido poco visibilizada, pero es esencial para entender la profundidad del patriotismo tacneño. La lucha no fue idealizada ni simbólica: fue real, arriesgada y muchas veces sangrienta.

Mappy Arce, periodista natural de Tacna y docente en la Universidad Nacional de San Agustín, comparte ese mismo sentimiento. “Ser tacneña es llevar el Perú tatuado en el alma”, afirma. Aunque reside en Arequipa, el lazo emocional con su tierra nunca se perderán. Desde las aulas universitarias promueve la historia viva de Tacna, las historia de todo el Perú : versos de Barreto, crónicas sobre la reincorporación y reflexiones sobre la bandera que aún une a generaciones.

Arce Figueroa considera que fuera de Tacna, el sentimiento patriótico no siempre se comprende en toda su dimensión. “Se respeta, sí, pero no se percibe la profundidad de ese lazo con la tierra”, lamenta. Por ello, cada vez que puede, comparte algo de su ciudad: una historia, un poema, una canción o un plato típico. “Tacna no solo se recuerda: se siente y se defiende”, insiste.

Durante las Fiestas Patrias, los medios suelen mencionar a Tacna como nota imposible de obviar, pero pocas veces profundizan en lo esencial: cómo un pueblo entero sostuvo la identidad del Perú desde los márgenes, con la bandera como escudo, el silencio como estrategia y el coraje como consigna. Como afirma Gómez Zegarra: “Tacna representa una ciudadanía activa que se opuso con cuerpo y alma a la chilenización”.

Docente en la Universidad Nacional Jorge Basadre, Juan Luis Gómez.

Tacna no es una región que regresó al Perú. Es una parte del Perú que nunca se fue. Nos enseña que la patria se defiende con cultura, con memoria y, cuando es necesario, con sacrificio. En sus calles, rituales y recuerdos, late todavía el ejemplo de que el amor a la patria no es un adorno del calendario, sino una forma de vivir.

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