Puno, capital folclórica y del emprendimiento peruano

Ciudad del altiplano siempre ha sido el corazón del comercio trasandino.

Por: Adrian Quicaño Portugal

Decir puneño siempre será un elogio que se se recibe con orgullo. Puno es la capital del emprendimiento peruano. No existe más arraigo en el progresar que el que existe dentro de un puneño. Las circunstancias pueden ser muchas. Sin embargo, la fortaleza de su espíritu de lucha es la fortaleza de todo nuestro país. Ellos nos enseñan que, con tu esfuerzo y un sueño, puedes lograr mucho y prevalecer bajo condiciones muy adversas.

Un peruano es el enemigo de otro peruano, y es el peor, eso mucho se dice. Si esto es así, y si de enemistades hablamos, creo que nadie ha sido más golpeado que el puneño. Puede ser que solo sea un sentimiento de envidia hacia nuestros hermanos, ya que saben administrar mejor el dinero y lo hacen crecer. Algo que no es una casualidad.

En la mentalidad de esta gran región, el movimiento económico está presente desde su nacimiento. Cuando algún miembro de la familia, sin importar la edad, tiene un dinero, la familia aconseja: ahorra, guárdalo bien. Pero en Puno te dirán: ¿y qué vas a hacer con ese «guardacho»? El dinero no puede estar quieto. El dinero quieto se desgasta.

Juliaca, Desaguadero, Ayaviri y todo Puno, desde siempre, han sido epicentro comercial del Perú. Punto clave del Tahuantinsuyo, logró trascender durante la colonia y desarrollarse en la República. La razón de ello es su ubicación estratégica en el Qhapaq Ñan, el camino real de los incas, que unía los cuatro suyos. Extensos senderos de piedra que recorren Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú.

En esta obra monumental, Puno se convirtió en el corazón del comercio. En su territorio los caminos se trifurcan. Se podía ir hacia el sur, a todos los pueblos y ciudades trasandinas. También era el punto de partida para ir a la selva y la Amazonía sudamericana. El tercer camino te lleva al Cusco, capital del Imperio Incaico.

Según refiere el destacado historiador puneño René Calsín Anco, aquí se comercializaban productos de todo tipo y de casi toda esta parte del continente. En su momento, este eje vial llegó a congregar más de 42 lenguas; desde Collas, Lupacas y Collaguas, hasta Mapuches y Guaraníes. Más adelante, el progreso no se detendría. A mediados del siglo XIX, la llegada del tren posicionaría a toda esta zona altiplánica como un nuevo eje vial férreo. Lo llano del entorno contribuyó mucho como centro de congregación de locomotoras. Con ello, nuevos horizontes se abrieron.

Toda esa relación y movimiento económico hizo que todos los puneños nazcan con ese deseo de ir hacia adelante, de progresar. Además de ser personas muy luchadoras y perseverantes. “No es lo mismo trabajar en el clima de la costa, que trabajar en el altiplano. Entre más difícil es un objetivo, más te esfuerzas. No hay un miedo a trabajar de muchas formas y buscar tener un negocio propio. Ese es el genuino espíritu del emprendedor peruano”, refiere Calsín Anco.

Este pensamiento se afirma sólidamente en Juliaca, ciudad netamente comercial. Muchos expresan que “aquí no hay mendigos” aquí todos trabajan. Eso es algo que el fuerte movimiento en sus calles respalda, nadie está quieto y nadie tiene tiempo para estirar la mano esperando una dádiva. Para cualquiera que tenga un amigo o un familiar de esta tierra, sabe que ellos tienen como mínimo un empleo y un negocio.

También es importante resaltar que Puno no solo es de números. Cuatro premios Copé a la poesía es una cifra difícil de igualar. Su pintura y música expresan un sentimiento único. En cuanto a danzas y al folclor, los halagos mundiales sobran. Tampoco nos podemos olvidar de Federico More, en el periodismo.

Al relatar la historia de Puno, queda en claro que la migración siempre ha estado presente, ya sea hacia sus mismas ciudades como a todo el país. En este escenario, el historiador e investigador manifiesta: “Los desencuentros entre culturas siempre van a existir, pero se logran superar. Lo que pasa es que el migrante es el que siempre va con su cultura, a veces cuesta mucho adaptarse. Por ejemplo, Arequipa es mucho más ordenada que Juliaca. Haciendo un mea culpa, todo parte desde casa. Si algo no se te enseñó de pequeño, cuesta más aprenderlo después”.

Otro contexto a tomar en cuenta es que la pérdida de valores es un problema de índole mundial, en el que todos somos responsables. Lo somos cuando sobrepasamos los derechos de los demás y cuando somos permisivos con los errores ajenos, solo porque no queremos enseñar. No está mal valorar nuestras costumbres, pero valorarnos entre regiones es lo mejor para todos.

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