Policía pide apoyo al serenazgo por alto número de patrulleros inoperativos

Por Jorge Turpo R.

Cuarenta por ciento de los patrulleros de la Policía está fuera de servicio. El jefe de la División de Orden Público y Seguridad, coronel Giuliano Arguedas, reconoció que la situación es crítica. Mientras el Gobierno Regional no puede concretar la compra de 100 patrulleros.

NECESITAN UNIDADES MÓVILES

La Policía Nacional en Arequipa atraviesa una severa crisis operativa. Con el 40 % de su parque automotor fuera de servicio, la institución se ha visto obligada a pedir apoyo logístico a los serenazgos distritales para no quedar completamente desarmada frente a la delincuencia.

La falta de patrulleros funcionales ha obligado a que el trabajo conjunto entre policías y municipios ya no sea una opción, sino una necesidad urgente.

“Estamos supliendo la carencia de patrulleros con el apoyo de los serenazgos y las unidades de radiopatrullas motorizadas”, admitió el coronel Giuliano Arguedas, jefe de la División de Orden Público y Seguridad de la Policía en Arequipa.

El oficial reconoció que muchos vehículos policiales superan los diez años de uso y presentan fallas mecánicas recurrentes.

“Son unidades desgastadas por el tiempo, que ya cumplieron su vida útil”, agregó.

Ante esta situación, comisarías enteras se han quedado sin patrulleros. Para no dejar zonas desprotegidas, algunas unidades deben ceder temporalmente sus vehículos a otras jurisdicciones con mayor incidencia delictiva.

Es una suerte de “triangulación forzada” que deja siempre a alguien sin respaldo. “No hay otra forma, tenemos que mover los recursos donde más se necesiten”, explicó el coronel.

El déficit es tan grave que la propia ciudadanía ha empezado a tomar cartas en el asunto. En Ciudad de Dios, por ejemplo, los vecinos organizaron una pollada para ayudar a reparar un patrullero.

No se trata de una anécdota aislada, sino de un síntoma de una realidad insostenible: las comisarías han pasado de pedir apoyo a sobrevivir con él.

La falta de respuesta rápida del Estado ha empujado a la Policía a recurrir a los municipios. Los serenazgos —creados para tareas de apoyo y prevención— están ahora patrullando zonas de alta demanda junto a la Policía, compartiendo gasolina, radios y hasta choferes.

“Es un trabajo articulado, constitucionalmente compartido entre la Policía, las municipalidades y el Ministerio del Interior”, subraya Arguedas.

Pero esa colaboración, que debería ser complementaria, hoy se ha vuelto una tabla de salvación. Y no solo en distritos periféricos. En zonas como Mariscal Castilla o Cerro Colorado, las unidades de serenazgo se han convertido en los únicos vehículos visibles recorriendo las calles.

En total, se estima que hay 600 patrulleros inoperativos en la región. La Policía requiere con urgencia al menos esa misma cantidad para reponer su flota.

“Ya se han hecho los requerimientos formales. Lo que necesitamos ahora es que se atiendan”, indicó el coronel.

El problema, sin embargo, no se resuelve solo con trámites: se necesita presupuesto, logística y decisión política.

Una de las promesas en curso es la donación de 100 patrulleros equipados por parte del Gobierno Regional de Arequipa (GRA), en el marco de un proyecto de obras por impuestos.

El general PNP Olger Benavides, jefe de la IX Macrorregión Policial, anunció que la transferencia se concretaría en agosto. Pero nuevas observaciones en el proceso han vuelto a retrasar la entrega por al menos dos meses más.

La situación ha puesto a prueba la capacidad de articulación del sistema de seguridad ciudadana. Arguedas insiste en que este trabajo conjunto debe fortalecerse aún más.

“No se trata de que el serenazgo reemplace a la Policía, sino de unir esfuerzos mientras superamos esta emergencia operativa”, dijo.

La preocupación es que esa “emergencia” se ha vuelto crónica. La antigüedad del parque automotor policial no es un hallazgo reciente, sino un problema postergado durante años. Sin un plan sostenido de renovación, el deterioro ha llegado a un punto de colapso.

Por ahora, los patrulleros no llegan y los serenazgos hacen lo que pueden. En los barrios, la gente ya no distingue entre un vehículo policial y uno municipal: lo importante es que alguien patrulle.

En las comisarías, los agentes se suben a lo que haya: motos, camionetas prestadas o patrulleros parchados con piezas de otros.

La seguridad de Arequipa, hoy, se sostiene gracias a la solidaridad entre instituciones. Pero la solidaridad no puede seguir sustituyendo a la inversión. La Policía pide apoyo al serenazgo, pero el mensaje de fondo es otro: la seguridad está en emergencia y nadie debería patrullar sin respaldo.

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