El papado y los peruanos

Por: Carlos Meneses

El papa debe sentirse apoyado por todos los peruanos. Esta es la hora más esperada y digna por la comunidad cristiana a la que pertenecemos.

Cuando el Concilio Vaticano se reunió para elegir a quien remplazaría al fallecido papa Francisco, los peruanos sentimos un gozo indescriptible al enterarnos que la mayoría de príncipes de la religión más grande del mundo, como que son 1 400 millones de fieles, había optado por un obispo peruano quien lo primero que hizo fue bendecir a la diócesis de Chiclayo donde había trabajado en los últimos 40 años.

El papa, que adoptó el nombre de León XIV, no ha ocultado su cariño por el Perú y nosotros oramos por él, por el éxito de sus obras benéficas como son disminuir las guerras y el hambre.

Es un sacerdote querido y ahora tenemos la responsabilidad de sostener su gobierno y de ayudarlo en sus afanes. Por eso nos sentimos contentos de que llegado el 28 de julio, la bandera del Perú se viera en la plaza de San Pedro. El papa es nuestro, es cristiano por excelencia, hombre de bien y empeñado por los más pobres y por aquellos que padecen los estragos de la guerra en Ucrania, en el Medio Oriente y en todas partes donde haya dolor se siente la esperanza de su voz y de su participación.

Por eso también pedimos al cielo que lo ilumine para que en la coyuntura electoral que confrontamos nos alcance un mejor porvenir donde la pobreza disminuya y la hermandad se afiance.

Estamos seguros que el mundo apoya los esfuerzos del santo padre y que, así como actuó siendo asesor de Francisco las cosas se pongan a derecho cuando convengan a los intereses de la humanidad.

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