El día de Arequipa es el día de todos los que aquí vivimos, de los nacidos y de los que llegaron. A  todos los queremos y con todos festejaremos la fiesta jubilar de mañana.

Cada vez es mayor el número de habitantes de Arequipa que celebran la fiesta jubilar hayan nacido o venido después de la fundación de Arequipa. Es que todos lo que se consideran arequipeños residen en la ciudad y por eso el festejo es general entre los llegados y los aquí nacidos.

Somos arequipeños todos los que vivimos en esta tierra bendita y nos sentimos bien de tener un día de fiesta y de descanso en el trabajo diario, como también lo hacen los ciudadanos de San Miguel de Piura y de Huánuco donde, igual que en Arequipa, no se trabaja el 15 de agosto.

Esperamos que la alegría no se desborde y que la fiesta arequipeña sea del agrado de los turistas que nos visitan o aquellos que no habiendo nacido aquí se comportan como si hubieran tenido el privilegio de los que siempre supieron que cuando se planifica una ciudad hispánica hay que reservar un lugar para el cementerio porque no quieren que sus huesos descansen en otro lugar que no sea al pie de los volcanes y bajo el patrocinio de la Virgen de la Asunción.

Por eso todos disfrutamos de la fiesta y tenemos fe en el futuro de una ciudad que ya tiene más de un millón de habitantes en la capital regional. Arequipeños nos sentimos todos los que vivimos dentro de los límites de la región Arequipa y no solamente los que residen alrededor del Centro Histórico.

Mañana oraremos a Dios para que nuestra tierra siga siendo una de felicidad y un lugar bendito que, con el favor del padre celestial, sea un sitio donde se tenga trabajo y se disfrute de todos los favores del Cielo.