¿La IA apaga el pensamiento crítico?
Reflexiones

“No esperes más, date de alta hoy y deja que Ada diseñe tu vida.” Así arranca Titania, un pódcast español disponible en Spotify y otras plataformas. En la trama, Titania es un sistema de inteligencia artificial (IA) capaz de dominar rutinas, anticipar comportamientos, aconsejar sobre decisiones –prepararse para enfrentar el clima o abordar una entrevista de trabajo– y capturar datos para hackers o manipuladores.
En pocas palabras, Titania dicta todo lo que una persona quiere saber o hacer, reduciendo la necesidad de razonar por cuenta propia. Esta distopía sonora conecta con un riesgo muy real. Al respecto, la neurocientífica española Mara Dierssen advierte que delegar tareas rutinarias a la IA –como redactar correos electrónicos– debilita la memoria y erosiona la capacidad de pensar críticamente y resolver problemas de forma autónoma. No obstante, esta inquietud no nació en el siglo XXI con ChatGPT y la IA. Filósofos del siglo XX como Heidegger, Marcuse, Arendt y Habermas ya advirtieron que la tecnología, la usada, puede debilitar nuestra capacidad de cuestionar y pensar críticamente, limitando la libertad.
La Unesco recuerda que, más allá de leer, escribir y contar, necesitamos pensamiento crítico: la capacidad de analizar, cuestionar y decidir con criterio, tanto en las elecciones cotidianas o en las trascendentales como en analizar qué dicen las personas, qué quieren decir, de qué forma responderles o con quién compartiremos el resto de nuestra vida. Por lo tanto, aprender a ser un pensador crítico es fundamental en la era digital porque pensar por nosotros mismos es un acto de libertad.
En otro episodio, un personaje afirma: “Titania siempre acierta con lo que me gusta, así que dejo que ella elija por mí”. Esa lógica ya domina en las redes sociales y el comercio electrónico, en el que algoritmos moldean lo que vemos, creemos y compramos, convenciéndonos de que pensar ya no es necesario. Algo similar imaginó George Orwell en su novela 1984, donde el poder y el control absoluto se mantenía empobreciendo el lenguaje para desterrar el pensamiento crítico. En el fondo, 1984 y Titania hablan de la misma amenaza desde ángulos distintos. Orwell imaginó un mundo en el que el pensamiento era sofocado por la vigilancia y el control del lenguaje. Titania proyecta un mundo donde no dejamos de pensar por miedo, sino por comodidad, ya que la tecnología lo hace todo por nosotros. En ambos casos, la pérdida de libertad mental llega sin violencia, se disfraza de utilidad, confort y eficiencia. Y ahí reside el verdadero peligro: cuando dejamos que gobiernos, corporaciones o algoritmos piensen en nuestro lugar, entregamos, sin notarlo, la esencia misma de nuestra humanidad.
En su tiempo, Albert Einstein ya lo había expresado con precisión: “¿Por qué esta magnífica tecnología científica, que ahorra trabajo y nos hace la vida más fácil, nos aporta tan poca felicidad? La respuesta es simple: porque aún no hemos aprendido a usarla con tino”.
