El uso de equipos impacta negativamente en locales que requieren un ambiente tranquilo

Por: Daniela Santander Revilla

En el Cercado de Arequipa se ha vuelto habitual que algunos negocios o vendedores ambulantes usen bocinas y equipos de sonido a todo volumen para captar clientes. Esta práctica, lejos de ser una solución comercial, se ha convertido en un serio problema de contaminación auditiva. Si bien todos tenemos derecho a trabajar y solventar nuestros hogares, hacerlo a costa de la tranquilidad vecinal termina afectando también a otros comerciantes que ven interrumpidas sus actividades.

El exceso de ruido altera la dinámica de locales que requieren un ambiente tranquilo para atender a sus clientes. Además genera incomodidad en quienes trabajan en oficinas y reduce la calidad de vida de quienes residen en la zona. Lo que algunos consideran estrategia de venta, para otros significa pérdida de oportunidades y malestar cotidiano en uno de los sectores más transitados de la ciudad.

Las quejas no tardan en llegar. La señora Elvira, dueña de una farmacia en la calle San Juan de Dios, afirma que el ruido constante interrumpe la atención a sus clientes y complica la dinámica del negocio. A esto se suman reclamos de restaurantes y tiendas aledañas, que aseguran que los parlantes instalados en plena vía pública ahuyentan a su propia clientela y generan un ambiente incómodo.

Se advierte que la exposición constante a altos niveles de ruido provoca estrés, problemas de concentración, insomnio e incluso pérdida auditiva. Son efectos que pasan inadvertidos, pero que afectan directamente a la población y frenan el desarrollo ordenado de la ciudad.

Ante ello, se requiere mayor responsabilidad ciudadana. Trabajar y generar ingresos es un derecho, pero este no puede ejercerse perjudicando a quienes también buscan salir adelante. De igual forma, corresponde a las autoridades municipales intensificar la fiscalización y garantizar el cumplimiento de las ordenanzas que regulan los ruidos molestos.