Sin agua no hay PBI
REFLEXIONES

Si queremos hablar de crecimiento económico, de competitividad y de futuro, hablemos primero de agua. Y en la Semana Mundial del Agua, que se celebró recientemente, es el mejor contexto. Lima es la ciudad más poblada del Perú: concentra más de 11.5 millones de habitantes y cerca del 50 % del PBI nacional. Sin embargo, dependemos casi en exclusiva de tres cuencas frágiles: Chillón, Rímac y Lurín –con un trasvase de otra región–. Todas ellas están amenazadas por el cambio climático, la pérdida de glaciares, la degradación y la contaminación.
Muchas publicaciones señalan que somos un país abundante en agua, pero esa riqueza hídrica no está bien distribuida respecto a la población. El 97 % del recurso está en la Amazonía, mientras que en la costa –donde vive la mayoría y se mueve la economía– solo contamos con el 1.8 %.
Hoy, más de un millón de habitantes de Lima no tiene acceso formal a agua potable. En varios distritos, el suministro llega solo por horas al día. Si no actuamos con visión de largo plazo, la escasez de agua en Lima será la amenaza más seria para la estabilidad social y económica del país.
El Estado peruano ha suscrito compromisos relevantes para restaurar ríos y humedales al 2030, integrar el agua en los planes climáticos y garantizar resiliencia de sus cuencas. Todo eso está bien, pero entonces: ¿cuándo tendremos realmente el agua como política de Estado?
El agua no es un tema ambiental más. Es un asunto de seguridad nacional, de gobernabilidad y de economía. Sin agua no hay salud, no hay industria, no hay alimentos, no hay inversión posible.
Pronto comenzará la campaña presidencial, y este tema debería estar en el centro. Porque sin una política clara de seguridad hídrica no habrá estabilidad económica ni paz social; solo discursos vacíos.
En alianza con la cooperación internacional y el sector privado hemos demostrado que se puede hacer la diferencia. Hemos desarrollado proyectos de siembra y cosecha de agua, conservación de ecosistemas y restauración del río Rímac. Gracias a ello, más de 200 000 habitantes cuentan hoy con mayor seguridad hídrica y se han aportado más de 13 millones de metros cúbicos de agua a la ciudad.
Pero no basta. Necesitamos escala, inversión y visión de Estado.
El país se juega mucho más que un cambio de autoridades en el 2026. Se juega su futuro hídrico, y en ese tablero Lima es la pieza central: si la capital colapsa por falta de agua, colapsa también la economía nacional.
Por eso, en esta campaña presidencial, el agua debe estar en el corazón de cada plan de gobierno. Porque sin agua, todo lo demás es inviable.
