Dos universidades más en Arequipa: Luis Dunker Lavalle y Camaná
Por Jorge Turpo R.
La consejera regional Norma Ortega saludó la iniciativa de considerar una universidad para su provincia, pero cuestionó que sólo sea una norma declarativa y no haya nada claro sobre la asignación presupuestal para que se haga realidad.
¿SERÁ POSIBLE SU IMPLEMENTACIÓN?
El Congreso de la República aprobó esta semana, en menos de tres horas y con votación mayoritaria, la creación de 22 nuevas universidades públicas en el país. Dos de ellas estarán en Arequipa: la Universidad Nacional Autónoma de Camaná y la Universidad Nacional de Artes Luis Dunker Lavalle.
La decisión, que en principio puede parecer un triunfo para el acceso a la educación superior, ha generado entusiasmo en algunos sectores, pero también fuertes cuestionamientos por su carácter improvisado, populista e inviable en términos técnicos y presupuestales.
El caso de Camaná concentra especial atención. El último miércoles, el pleno del Congreso dio luz verde a esta nueva casa de estudios que, según el dictamen, buscará fortalecer la educación superior en la costa arequipeña y descentralizar la oferta académica. Sin embargo, las dudas alrededor de su sostenibilidad se instalaron desde el primer momento.
La consejera regional por Camaná, Norma Ortega, saludó el anuncio, aunque advirtió que la historia reciente obliga a mirar con cautela.
“Todo lo que sea en beneficio de la educación de Camaná es bienvenido. Sin duda nos parece una buena noticia que nuestra provincia tenga su propia universidad. Sin embargo, quedan muchas interrogantes sobre su viabilidad presupuestal y técnica que hasta la fecha no han sido resueltas”, señaló.
Ortega recordó que en diversas ocasiones el Congreso ha aprobado leyes declarativas que generan titulares y expectativas, pero que luego se diluyen en la falta de recursos o en la ausencia de decisiones concretas del Ejecutivo.
“Lamentablemente hemos visto como algunas autoridades promocionan con bombos y platillos normas declarativas que luego quedan únicamente en el papel o no representan una decisión pública real”, añadió.
UNA OLA DE UNIVERSIDADES
La decisión del Congreso forma parte de una fiebre que atraviesa 15 regiones del país. En Puno, por ejemplo, se aprobaron cuatro universidades nuevas; en Lambayeque y Junín, dos en cada región. En Arequipa, además de Camaná, ya había sido promulgada meses atrás la Universidad Nacional de Artes Luis Dunker Lavalle.
El entusiasmo congresal contrastó con el rechazo del Ejecutivo, que había observado la norma por falta de sustento técnico y presupuestal.
Pese a ello, el Parlamento insistió. Con 74 votos a favor, 5 en contra y 30 abstenciones, se impuso la idea de que la creación de universidades representa una respuesta inmediata a las demandas de las provincias.
Los congresistas impulsores, entre ellos Waldemar Cerrón, Guido Bellido y Wilson Quispe, defendieron la medida como un mecanismo para “cerrar brechas educativas, sociales y culturales”.
CRÍTICAS DE EXPERTOS
La otra cara de la moneda vino de especialistas y exministros de Educación, que calificaron la decisión como irresponsable y populista. Idel Vexler sostuvo que los legisladores están en “una carrera electoral desesperada” que juega con las ilusiones de los jóvenes.
Ricardo Cuenca recordó que crear una universidad de cero, toma entre siete y ocho años, mientras que la exministra Miriam Ponce advirtió que abrir una sola universidad requiere S/ 105 millones, monto que multiplica los riesgos cuando se trata de 22 instituciones a la vez.
Ponce agregó que, de aprobarse 50 universidades como ya se ha planteado, se necesitarían S/ 5 000 millones solo para el primer año, lo que equivale a una cuarta parte del presupuesto del sector Educación para 2025.

LAS NECESIDADES DE CAMANÁ
En el caso de Camaná, la expectativa ciudadana se centra en que la universidad responda a la realidad local: carreras orientadas a la agricultura, la pesca y el turismo, actividades económicas que sostienen a la provincia.
Sin embargo, el temor es que la falta de infraestructura, presupuesto y docentes calificados limite el alcance del proyecto y condene a los jóvenes a una educación deficiente.
Norma Ortega insistió en que la propuesta debe construirse con una mirada integral. “No se trata solo de un nombre y un local. Hablamos de presupuesto, de carreras pertinentes, de docentes capacitados y de asegurar que nuestros jóvenes puedan acceder a una educación de calidad. Si no garantizamos eso, estaríamos repitiendo errores del pasado”, advirtió.
El debate sobre la creación de universidades revela una paradoja. Mientras el país busca ampliar la cobertura y descentralizar la educación superior, se corre el riesgo de debilitar a las instituciones ya existentes que requieren más recursos para mejorar su calidad.
La Universidad Nacional de San Agustín (UNSA), por ejemplo, aún enfrenta retos en infraestructura y acreditación de programas, lo que hace cuestionable dividir recursos en lugar de fortalecer lo que ya existe.
En Camaná, la esperanza se mezcla con la incertidumbre. La población celebra la posibilidad de que los jóvenes no tengan que emigrar para estudiar, pero también teme que la promesa se quede en un titular.
La advertencia de Norma Ortega resume el sentir general: la educación no puede ser usada como vitrina política ni como moneda electoral. El reto, ahora, no es solo haber creado una universidad, sino garantizar que esta llegue a serlo de verdad.
