Personas con trastornos mentales encuentran refugio y apoyo en hogares protegidos
En Arequipa, 36 personas con trastornos mentales graves desarrollan su proceso de recuperación dentro de los cinco hogares protegidos de la región, espacios que les ayudan a reintegrarse a la comunidad. Aunque el modelo ha demostrado resultados positivos, se requiere ampliar la cobertura en las provincias de Caravelí, Condesuyos y La Unión, que carecen de este espacio.
Los hogares protegidos son espacios transitorios que brindan alojamiento, alimentación, vestimenta y apoyo psicosocial a personas con trastornos mentales graves durante las 24 horas del día y los siete días de la semana. A través de talleres y dinámicas, se busca fortalecer el proceso de rehabilitación y recuperación de los residentes. Su finalidad es promover la rehabilitación psicosocial, la inclusión social y el ejercicio pleno de los derechos. Además, fomentan la reintegración familiar, educativa y laboral.
«Los usuarios son personas con trastornos mentales graves, pero en condiciones de estabilidad clínica. Hay una evaluación previa al ingreso en la que deben acreditar ciertos criterios, como ser personas en abandono familiar y social, tener entre 18 y 65 años y no pertenecer a otro grupo etario. Alcanzar la reinserción de los usuarios en la comunidad, a nivel laboral, educativo y familiar, conlleva un largo proceso», declaró Zula Carpio Ynga, coordinadora regional de Salud Mental de la Geresa.
En Arequipa existen cinco hogares protegidos: “Luz de Esperanza”, en el distrito de Hunter; “Hacia una Nueva Vida”, en el centro poblado Santa María de la Colina, provincia de Caylloma; “Vivir con Esperanza”, en Camaná; “Yaku”, en la provincia de Islay; y “Virgen de las Peñas”, en Aplao, provincia de Castilla. Cada uno recibe, como máximo, a ocho personas. En conjunto, los cinco albergan a 36 usuarios: 19 mujeres y 17 hombres. Estos espacios reciben fondos de las redes de salud de su jurisdicción, lo que permite asegurar su continuidad operativa.
Aunque provincias como Caravelí, Condesuyos y La Unión también requieren la apertura de hogares protegidos, primero deben conseguir infraestructura y financiamiento para los equipos y la contratación de personal. «Los hogares son como una casa. Requieren financiamiento para la alimentación, vestido y atención de los usuarios. La sede la puede otorgar cualquier institución, pero cada red de salud debe realizar las coordinaciones y gestiones ante el Ministerio de Salud para lograr la implementación de un hogar protegido», precisó Carpio Ynga.
Funcionamiento de hogares protegidos
La región Arequipa tiene más de un millón 500 mil habitantes, de los cuales cerca de un millón 300 mil viven en el área metropolitana. Sin embargo, en toda la ciudad solo funciona el hogar protegido “Luz de Esperanza”, ubicado en el distrito de Jacobo Hunter. Este espacio opera en un inmueble alquilado, adaptado para cumplir con las normas técnicas exigidas por el Ministerio de Salud. Actualmente acoge a siete mujeres. La ausencia de hombres se debe a que muchos no cumplen los criterios de inclusión o no desean ingresar al programa.
La coordinadora del hogar protegido “Luz de Esperanza”, Yessy Espinoza Santos, explicó que la permanencia de cada usuario depende de las condiciones en las que ingresó. «No existe tiempo mínimo ni máximo. Depende del desarrollo de las habilidades de cada persona. Hay usuarias que, tras vivir en situación de calle por varios años, presentan dificultad incluso para cepillarse los dientes o realizar actividades básicas. Hemos tenido usuarios que, en una semana, ya piden su egreso voluntario, mientras que otros permanecen hasta tres años para alcanzar una adecuada evolución», señaló.
El hogar “Luz de Esperanza” recibe su asignación anual a través de la Red de Salud Arequipa-Caylloma. Dispone de ocho técnicos en enfermería que acompañan de manera permanente a las usuarias, además de un administrador. Espinoza Santos agregó que los hogares protegidos buscan evitar el estigma social, por lo que el personal evita usar uniformes y los usuarios no visten ropa que los identifique como pacientes.
Desde el hogar protegido de Camaná también subrayaron que su objetivo es brindar autonomía. Durante su estancia, los usuarios reciben acompañamiento en el cumplimiento de su tratamiento farmacológico y en la asistencia a sus citas con el psiquiatra, terapia ocupacional y atención integral. No obstante, el objetivo final es que cada usuario pueda retomar su vida de forma independiente.
«Los hogares no son un albergue, sino residencias temporales. Los pacientes ingresan estables y siguen un proceso para recuperar su independencia y reintegrarse. Cuando egresan, se dispone de un espacio para otro usuario. En los Centros de Salud Mental Comunitarios existen listas de espera. En toda comunidad siempre es necesaria la ampliación de estos servicios», explicó Nataly Pauca Alfaro, coordinadora del hogar protegido “Vivir con Esperanza”.
En el hogar protegido de Hunter hay cinco habitaciones, por lo que cada usuario comparte el dormitorio con un compañero. Además, cuentan con una habitación central de uso común. Los hogares protegidos disponen en total de 11 trabajadores: una administradora, una coordinadora y técnicos en enfermería. Todo el personal busca fomentar la autonomía y las habilidades sociales de los usuarios, de modo que logren desenvolverse con independencia dentro y fuera del hogar.
