Libro inmortaliza la amistad perdida de Vargas Llosa y García Márquez
Por Jorge Turpo R.
Una dedicatoria puede sobrevivir a una pelea, a un exilio e incluso al silencio. Una dedicatoria también puede convertirse en patrimonio de un país. Eso acaba de ocurrir en el Perú. El Ministerio de Cultura declaró Patrimonio Cultural de la Nación un ejemplar de Cien años de soledad que perteneció a Mario Vargas Llosa, no solo por la importancia literaria del libro de Gabriel García Márquez, sino porque contiene escrito a mano una confesión de afecto antes del derrumbe.
El último 7 de octubre, mediante Resolución Viceministerial N.° 255-2025-VMPCIC/MC, el Estado reconoció el valor cultural de este volumen que forma parte del material bibliográfico de la Biblioteca Regional Mario Vargas Llosa en Arequipa.
Este ejemplar tiene un rasgo único, incluye anotaciones manuscritas del novelista peruano para la investigación de su tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid, aquella que derivaría en su célebre estudio sobre el autor colombiano: García Márquez: Historia de un deicidio.
Pero no son solo las notas de lectura las que lo han vuelto valioso. Este libro conserva un mensaje que no estaba destinado a bibliotecarios, investigadores ni coleccionistas.
Era un mensaje entre amigos. Mejor dicho, entre dos escritores que alguna vez se llamaron hermanos. Ahí, en la primera página, está escrita una dedicatoria fechada en 1972:
“Para Mario, de su descuartizado, desmenuzado y desenmascarado hermano. Gabo.”
La frase resume un periodo de intimidad intelectual. Es el Gabo que agradece a Vargas Llosa por leerlo a fondo, por diseccionarlo creativamente, por convertirlo en objeto de estudio académico.
Pero también es el Gabo de la broma afectuosa, el que mezcla humor con complicidad. Ese tono prefiguraba un vínculo vigoroso, capaz de soportar egos y obsesiones, fama y distancia. O eso parecía.
LA RELIQUIA EN SILENCIO
El libro permaneció escondido a simple vista durante años. Formaba parte del lote de volúmenes donados por Vargas Llosa a Arequipa luego de recibir el Premio Nobel de Literatura en 2010.
Nadie sospechó que, entre novelas gastadas, ensayos y primeras ediciones, se guardaba una pieza de memoria literaria latinoamericana. Hasta que la dedicatoria salió a la luz casi por casualidad.
Mostré el libro a Jaime Abello Banfi, amigo entrañable de García Márquez y cofundador de la Fundación Gabo, durante su visita a Arequipa en el Hay Festival 2018. Al leerla, Abello confirmó de inmediato:
—Indudable, es la letra de Gabo. Qué tal sorpresa. Es buenísimo.
Él mismo confesó no tener registro de esa dedicatoria ni de que existiera una copia así en manos de Vargas Llosa.
No era un ejemplar editorial cualquiera. Era un objeto de afecto, una huella de confianza. Un documento de amistad previa al cataclismo.
ANTES DEL PUÑETAZO
El libro fue firmado en 1972, cuatro años antes del episodio que marcó uno de los desencuentros más célebres de la historia literaria contemporánea: el puñetazo que Vargas Llosa le propinó a García Márquez en el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes en Ciudad de México, en 1976.
Hasta hoy, nadie ha dado públicamente una explicación definitiva del incidente. Cuando Vargas Llosa fue consultado, respondió: “Que lo decidan los biógrafos”.
Por eso esta dedicatoria importa. Porque no solo nos habla de literatura, sino de humanidad. No solo revela un vínculo privado entre gigantes, sino que lo humaniza. Nos recuerda que antes de la ruptura hubo afecto, entusiasmo, hermandad creativa.

El Ministerio de Cultura declaró este ejemplar Patrimonio Cultural de la Nación no solo por las anotaciones de investigación de Mario Vargas Llosa —consideradas documento clave para estudiar la gestación de su tesis de 1971—, sino por su valor histórico y simbólico.
La Biblioteca Nacional del Perú destacó, en su informe técnico, que estas notas manuscritas revelan “el proceso de análisis y reflexión de uno de los más influyentes intelectuales del siglo XX sobre una de las obras más trascendentes de la literatura universal”.
La Subgerencia de Cultura del Gobierno Regional de Arequipa ha anunciado que el libro será preservado y difundido bajo protocolos de conservación patrimonial. Será presentado públicamente este 14 de octubre.
Porque este ejemplar no solo guarda papel y tinta. Guarda un misterio biográfico. Guarda la nostalgia de algo que parecía indestructible. Este libro nos recuerda que antes del puñetazo hubo una dedicatoria. Que antes del silencio hubo palabras compartidas. Y esas palabras, ahora, son patrimonio del Perú.
