Diplomacia de reconstrucción
Por: Carlos Meneses
El Perú necesita hoy una diplomacia firme, profesional y predecible. Una diplomacia que supere las heridas políticas del pasado reciente y coloque en el centro los objetivos de desarrollo y bienestar. Retomar el diálogo con México y Colombia será, sin duda, una prueba clave. Pero más importante aún será demostrar que el país puede volver a ejercer una política exterior de Estado, coherente y respetada en la región.
La reciente declaración del canciller Hugo de Zela, primer ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de José Jerí, marca un punto de inflexión en la política exterior peruana. El anuncio de que el Perú busca retomar relaciones con México y Colombia, tras los impases heredados del pasado, no solo refleja un gesto de apertura diplomática, sino también la voluntad de reconstruir los puentes que se rompieron por razones políticas más que institucionales.
Durante la gestión anterior, las tensiones con ambos países se profundizaron a raíz de la crisis derivada de la vacancia de Pedro Castillo y el rechazo de algunos gobiernos latinoamericanos al proceso constitucional que llevó a la presidencia primero a Dina Boluarte y ahora a José Jerí. En particular, México y Colombia optaron por no reconocer a las nuevas autoridades, generando un enfriamiento que afectó la coordinación regional en temas clave como migración, seguridad y comercio.
El canciller De Zela ha señalado con acierto que la diplomacia debe manejarse con discreción. En efecto, los vínculos internacionales no se restablecen con declaraciones altisonantes, sino con gestos de confianza y diálogo continuo. En ese sentido, el enfoque pragmático de la nueva Cancillería parece orientado a recuperar la normalidad sin sobreactuar, recordando que los intereses permanentes del Estado están por encima de los gobiernos de turno.
La política exterior del Perú debe basarse en la estabilidad, el respeto mutuo y la búsqueda de alianzas que fortalezcan su posición regional y global. En un contexto de fragmentación política en América Latina, el país tiene la oportunidad de retomar su tradicional rol de mediador, promotor de integración y socio confiable.
No obstante, el esfuerzo de reconstrucción diplomática no puede limitarse a restablecer relaciones rotas. El anuncio del canciller sobre la intención de concluir el Tratado de Libre Comercio con la India y atraer inversiones de países árabes muestra una visión más amplia: diversificar los mercados y ampliar los horizontes económicos. Esta estrategia resulta esencial para reducir la dependencia de pocos socios comerciales y adaptarse a un escenario global cada vez más competitivo.
