Revelan desigualdad en atención oncológica en mujeres peruanas

Estado debe garantizar que toda mujer tenga acceso a un diagnóstico. Brechas regionales agravan los diagnósticos tardíos y el acceso a tratamientos. Lima concentra más de la mitad de los oncólogos del país.

APENAS EL 10 % DE ONCÓLOGOS ESTÁ EN AREQUIPA

Un reciente estudio elaborado por The Economist Impact, con el apoyo de la asociación de pacientes Esperantra, revela una preocupante desigualdad en la atención del cáncer de mama y cuello uterino en el Perú, enfermedades que afectan de manera directa la salud y la vida de miles de mujeres. El informe muestra que los servicios especializados se concentran mayoritariamente en Lima, lo que obliga a las pacientes de regiones como Arequipa, Cusco o Piura a desplazarse largas distancias para recibir diagnóstico o tratamiento oportuno.

De acuerdo con el estudio, más del 50 % de los oncólogos del país trabajan en la capital, mientras que Arequipa concentra apenas el 10 % y La Libertad el 5,3 %. Esta centralización del recurso humano médico genera una brecha crítica entre Lima y las demás regiones, donde el acceso a la atención oncológica sigue siendo limitado o, en muchos casos, inexistente.

“La inequidad geográfica en el acceso a servicios de diagnóstico y tratamiento es una de las principales razones por las cuales las mujeres llegan con cáncer en etapas avanzadas”, señaló Karla Ruiz de Castilla, directora de Esperantra. Añadió que esta situación no solo incrementa el sufrimiento de las pacientes y sus familias, sino que también eleva los costos del sistema de salud y reduce las posibilidades de supervivencia.

El informe evidencia, además, que el Perú es el único país de los analizados donde el cáncer de cuello uterino causa más muertes que el de mama, una situación que refleja la falta de detección temprana y de vacunación adecuada contra el virus del papiloma humano (VPH). En 2022, se reportaron 7 797 casos y 1 951 muertes por cáncer de mama, mientras que el cáncer de cuello uterino registró 4 809 casos y 2 545 muertes, ambas cifras en ascenso.

El estudio también advierte que la infraestructura oncológica es insuficiente. Actualmente, el país cuenta con solo tres institutos regionales de oncología ubicados en Trujillo, Arequipa y Huancayo, los cuales cubren apenas un tercio de la población nacional. En la práctica, esto significa que amplias zonas del país carecen de un registro confiable de casos y de capacidad para planificar intervenciones efectivas de prevención y tratamiento.

A la limitada cobertura institucional se suma un déficit nacional de equipos de radioterapia, considerado uno de los cuellos de botella más graves en la atención del cáncer. El informe calcula que el país carece de al menos 16 unidades de haz externo y 17 de braquiterapia, tecnologías esenciales para el tratamiento de tumores. Si no se implementan medidas urgentes, esta brecha podría duplicarse hacia 2030, afectando a un número aún mayor de pacientes.

Ruiz de Castilla subrayó que, pese a los esfuerzos del Ministerio de Salud, el sistema sigue siendo fragmentado y desigual. “El cáncer no debería ser una sentencia de muerte dependiendo del lugar donde viva una mujer. Se necesita una política nacional integral que garantice equidad, detección temprana y acceso a tratamientos modernos en todas las regiones”, expresó.

El estudio recomienda fortalecer la red de servicios oncológicos regionales, incrementar la formación de especialistas fuera de Lima y promover campañas sostenidas de vacunación contra el VPH y de tamizaje mamario. También plantea crear un registro nacional unificado de cáncer, que permita diseñar políticas públicas basadas en evidencia y asegurar recursos suficientes para los institutos regionales.

En un país donde el cáncer es la primera causa de muerte por enfermedad no transmisible, la desigualdad en la atención representa un desafío urgente. Las cifras reveladas por The Economist Impact y Esperantra llaman a una acción decidida del Estado para reducir las brechas y garantizar que toda mujer, sin importar su lugar de residencia, tenga acceso a un diagnóstico y tratamiento oportuno que le permita vivir.

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