Entre inseguridad y la informalidad: riesgo cotidiano en Alto Selva Alegre
Por Zintia Fernández L.
Entre las calles empinadas de Villa Ecológica, una de las zonas más altas de Alto Selva Alegre, el silencio de la madrugada solo se quiebra por el viento que baja del Misti y los pasos apurados de quienes salen o regresan del trabajo. Hace algunos meses, a esas mismas horas, el ruido de un patrullero del serenazgo solía recorrer el barrio como una sombra protectora. Hoy, ese sonido desapareció.
“Antes sí pasaban los serenos, ahora ya no se les ve ni de madrugada”, cuenta doña Margarita, dueña de un pequeño puesto de chicharrones. “Ahora el comité de esta zona se ha organizado para cuidarnos, porque es la única forma”, añade con resignación.
Su testimonio refleja una sensación compartida: la seguridad se ha ido apagando. De acuerdo con el Informe de Visita de Control N.° 4405-2025-CG/GRAR-SOP de la Contraloría General de la República, presentado en julio de este año, más de la mitad de las cámaras de vigilancia instaladas en Alto Selva Alegre están inoperativas. Además, el servicio de patrullaje presenta deficiencias en vehículos, personal y mantenimiento.
A esto se suma un dato preocupante: un estudio de percepción ciudadana reveló que el 80 % de los arequipeños no percibe la presencia ni la labor de serenos ni policías en su zona. En el recorrido desde la parte baja hasta las laderas altas del distrito, se observan puestos de seguridad vacíos y carteles que proclaman “Unidos contra la delincuencia”, pero los vecinos aseguran que esos mensajes no se traducen en vigilancia real.

TRANSPORTE EN CRISIS
A la inseguridad se le suma otro problema cotidiano: el transporte. En una de las pocas calles pavimentadas de Villa Ecológica, un grupo de vecinos espera con impaciencia una unidad que los lleve al centro de Arequipa. La espera se mezcla con la frustración por la pugna entre las unidades formales del Sistema Integrado de Transporte (SIT) y los vehículos informales conocidos como “loncheritas”.
“A partir de las tres de la tarde salen los carritos a la gana-gana. No dejan pasajeros a los del SIT. Pero cuando no es hora punta, desaparecen. Y después los del SIT ya no recogen a nadie”, comenta una madre de familia mientras se apura a subir a una de las minivanes.
Las loncheritas —autos adaptados o minivanes que circulan sin permiso ni ruta formal— han invadido las principales vías del distrito. Según la Contraloría, seis rutas del SIT en Arequipa, entre ellas la que va desde el Avelino Cáceres hacia Alto Selva Alegre, están siendo utilizadas por estos vehículos informales. Las mismas rutas conectan con los distritos del Cono Norte, Hunter, Paucarpata, Uchumayo y Socabaya.
El presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Arequipa, Carlos Fernández, señaló que entre 2023 y 2025 se han incorporado más de 7 mil unidades informales al tránsito de la ciudad, muchas de ellas loncheritas que operan sin autorización de la Municipalidad Provincial de Arequipa.
En septiembre, los transportistas formales protestaron en el centro de Alto Selva Alegre para exigir mayor fiscalización. Denunciaron competencia desleal y falta de control municipal. La respuesta de la comuna provincial fue anunciar operativos y la ampliación de la flota del SIT, pero hasta hoy los vecinos aseguran que no se ha visto ningún cambio real.

DISTRITO VULNERABLE
La falta de patrullaje y el transporte informal son dos rostros del mismo problema: el debilitamiento del control urbano. Aunque la Municipalidad de Alto Selva Alegre asegura que el patrullaje es permanente, que existen 182 cámaras de videovigilancia operativas y que se proyecta construir un nuevo cuartel de serenazgo, la percepción ciudadana no mejora. Las denuncias por robos y asaltos siguen en aumento.
El riesgo, sin embargo, no se limita a la inseguridad o el transporte. El alcalde distrital, Alfredo Benavente Godoy, advirtió a inicios de año que unas 400 familias habitan en zonas de riesgo, expuestas a posibles desprendimientos de rocas. Si bien aclaró que no se trata de áreas en quebradas o torrenteras, reconoció que el peligro es latente.
Entre el temor a la delincuencia, los viajes inseguros y la amenaza del terreno, los vecinos de Alto Selva Alegre conviven con un desafío diario: sobrevivir en un distrito que, pese a su nombre, se vuelve cada vez menos “alegre” y menos seguro.






