Vía más cara del Perú no puede conectarse a Panamericana por oposición de Covisur

Por Jorge Turpo R.

Se proyectó su construcción millonaria, pero no se tomó en cuenta de que evitará que Covisur cobre el peaje en Uchumayo porque la vía se conecta kilómetros adelante.

MAS PROBLEMAS PARA LA NUEVA MOLINA

La carretera La Nueva Molina, considerada ya la vía más cara del Perú, suma un nuevo problema que compromete su utilidad futura. A su impresionante costo —7 millones 500 mil soles por cada kilómetro asfaltado— ahora se agrega la oposición de la concesionaria Covisur, empresa responsable del tramo de la Panamericana Sur, a permitir la interconexión que haría funcional esta obra. Sin esa conexión, la carretera simplemente no cumpliría con su propósito.

El proyecto, ejecutado por administración directa en la gestión del gobernador regional, Rohel Sánchez, buscaba unir el Cono Norte de Arequipa con la Panamericana Sur, creando una nueva salida para camiones y buses.

Sin embargo, la interconexión prevista se ubicaría después del peaje de Uchumayo. Ese detalle, que parece menor, implica que Covisur perdería una parte considerable de sus ingresos: los vehículos pesados dejarían de pasar por su caseta de cobro.

Por esa razón, la concesionaria ha presentado documentos cuestionando el proyecto ante las autoridades competentes.

La situación fue confirmada por el consejero regional, César Huamantuma, quien ha venido siguiendo de cerca el avance de la carretera.

Según indicó, fue el propio gerente regional, Berly González, quien informó al Consejo Regional sobre el conflicto con la empresa concesionaria.

“Es inconcebible que el expediente técnico de La Nueva Molina no haya contemplado esa interconexión con la Panamericana Sur. Ahora, por más que se termine, habría problemas con Covisur para que pueda funcionar realmente como una carretera útil”, señaló Huamantuma.

NEGLIGENCIA ANUNCIADA

La Contraloría General de la República también tiene conocimiento de esta controversia, aunque hasta hoy no ha emitido un informe observando la omisión en el expediente técnico. Para Huamantuma, esta situación evidencia una negligencia del Gobierno Regional de Arequipa (GRA), que desde el inicio debió prever el impacto del peaje y el conflicto contractual que implicaba.

Berly Gonzáles, gerente general del GRA.

“No se puede invertir tal cantidad de dinero sin evaluar un detalle tan básico como la interconexión, que además es la razón de ser de la vía”, enfatiza el consejero.

Una salida posible, aunque costosa, sería trasladar la caseta de peaje a un punto posterior a la futura interconexión con La Nueva Molina.

Pero esa decisión depende del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), entidad que concesionó el tramo a Covisur. Hasta ahora, no existe una solución confirmada ni un pronunciamiento oficial.

COSTO DESPROPORCIONADO

Como se recuerda, La Nueva Molina es una carretera provisional. Su único objetivo es dar operatividad al puente de la autopista Arequipa–La Joya —una obra que tampoco está concluida— hasta que la autopista completa llegue algún día a su punto final. Aun así, su costo ha escalado sin explicación pública suficiente. Empezó con un presupuesto de 30 millones de soles. Actualmente supera los 45 millones.

Podría pasar los 50 millones si, como anunció el gobernador, se trabaja “a doble turno” para acelerar la obra.

Todo ello por solo 6 kilómetros de vía, que además ya acumulan más de un año de retraso.

La semana pasada, Sánchez inspeccionó los trabajos y, pese a los retrasos, se mostró optimista.

Evitó, sin embargo, pronunciarse sobre el problema con Covisur ni sobre el incremento del presupuesto. Según Huamantuma, el silencio del Ejecutivo regional agrava la preocupación.

“Estamos enviando una carta a la Contraloría General, pero a la sede central en Lima, porque creemos que desde allí deben intervenir en un escándalo tan grande como esta vía”, aseguró.

EL PUENTE “INTERMINABLE”

A esta controversia se suma otra noticia. El expediente del saldo de obra del puente Arequipa–La Joya ya fue concluido, lo que confirma que la estructura no estará terminada este año, pese a los anuncios previos del gobernador.

El nuevo cronograma estima que la culminación sería en el primer semestre del próximo año, siempre que no surjan nuevas complicaciones.

Este puente quedó con un 93% de avance cuando el GRA resolvió el contrato con la empresa constructora.

Carretera no puede conectarse con la Panamericana.

Para completar el 7% restante —principalmente la colocación de la losa de concreto— fue necesario elaborar un expediente de saldo de obra, trámite que demoró varios meses.

A estas alturas, la carretera más cara del país enfrenta una paradoja insólita: podría terminarse, pero no servir.

Sin conexión con la Panamericana Sur, La Nueva Molina se convertiría en una vía sin destino real, un proyecto millonario que no cumple su propósito.

La pregunta que queda flotando es simple y dramática. ¿Cómo pudo iniciarse y financiarse una obra de más de 45 millones de soles sin asegurar su punto de llegada?

Mientras no exista respuesta, ni del gobernador ni de Covisur ni del MTC, la carretera más cara del Perú seguirá atrapada en el mismo problema que buscaba resolver, el bloqueo del tránsito. Solo que esta vez, el bloqueo es burocrático y mucho más costoso.

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