Los estudiantes que usan en exceso la IA desarrollan una deuda cognitiva

El mayor peligro no está en la herramienta sino en el uso que se le da

Por Daniela Santander Revilla

La inteligencia artificial se ha convertido en una presencia cotidiana en la vida universitaria. Desde trabajos académicos hasta presentaciones y resúmenes, cada vez más estudiantes recurren a ella como si fuera una extensión natural de su pensamiento. Pero en esa comodidad silenciosa también se esconde un riesgo profundo, la posibilidad de que el cerebro deje de esforzarse y comience, poco a poco, a apagarse.

Según Liliana Alvarado, Vicerrectora Académica de la Universidad Tecnológica del Perú y directora de la Escuela de Postgrado de la UTP, el debate sobre la IA no debería centrarse únicamente en su eficiencia, sino en su impacto directo en la mente humana y en la forma en que se construye el conocimiento. “La inteligencia artificial no es una herramienta nueva, es una herramienta que ha venido evolucionando, y hoy día se ha convertido en un temor muy grande para los docentes, porque ellos consideran que la IA puede reemplazar parte su trabajo o el alumno puede dejar de aprender ”sostuvo.

Pero el mayor peligro no está en la herramienta sino en el uso que se le da. “Si la inteligencia artificial hace todo el trabajo, lo que genera en un estudiante es una deuda cognitiva”, advirtió Alvarado. Hay espacios del cerebro que no van a conectarse, que no van a activarse neuronalmente y, por lo tanto, mientras las neuronas no se activan, se van apagando. Y cada vez la actividad cerebral en esa zona es menor.

A pesar de ello, la IA no es presentada como un enemigo, sino como una aliada si se la utiliza con criterio. «Hoy la inteligencia artificial es un aliado perfecto para que puedas desarrollarte mejor, para que puedas ser mucho más eficiente, para que puedas hacer tu trabajo más rápido”, señaló. El problema aparece cuando el estudiante delega todo su proceso intelectual en una máquina.

Desde su experiencia en la formación universitaria, dejó claro que la IA no puede reemplazar la esencia del aprendizaje, porque no se puede dejar de lado el pensamiento crítico. La académica explicó que la IA entrega información, pero no juicio, no interpretación, no reflexión humana. Esa diferencia entre acumular datos y comprender el mundo se vuelve clave. En este contexto, el valor que tienen los universitarios de pregrado y posgrado es lo que pueden aportar desde su criterio desde su análisis y su sensibilidad no simplemente recolectar datos .

El cerebro racional es el que nos llevó a la luna… Pero es el cerebro emocional, el límbico, el que tiene la motivación de que las cosas sucedan. Y esa parte nunca la va a tener la IA” afirmó Alvarado. La inteligencia humana no es solo lógica, sino emoción y propósito, si bien la tecnología trata, a través de algoritmos, de repetir la inteligencia humana. No es capaz de crear nada nuevo. No es capaz de innovar. Por lo tanto, lo único que va a hacer es repetir.

Usar inteligencia artificial sin pensar nos vuelve dependientes, no más inteligentes. “El chat GPT tiene que ser tu socio estratégico, tu asistente. Pero no va a ser el hacedor de las cosas. Eso es lo que tenemos que entender”, afirmó la vicerrectora. El desafío no es tecnológico, es humano, tiene que ver con los valores, principios, con la ética que se va inculcando a lo largo de la vida. Liliana compaó la IA con un cuchillo que puede servir para pelar una manzana o para hacer daño. El rumbo, depende de la conciencia de quien la usa.

La inteligencia artificial puede escribir por nosotros, pensar estructuras, ordenar datos… pero jamás podrá reemplazar nuestra capacidad de sentir, cuestionar, crear y decidir. Si el cerebro deja de pensar, no habrá algoritmo que lo haga por él.

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