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o Canibalismo Político?
Por: Alicia Barco Andrade

Comunicadora, docente y estratega,
La política del siglo XXI ya no se hace en los balcones, se hace en los algoritmos y en la matemática pura. Sin embargo, en el Perú de este diciembre de 2025, parece que seguimos intentando resolver ecuaciones cuánticas con un ábaco de madera. Tras la transición liderada por José Jerí, nos asomamos a las elecciones de 2026 con un espejismo que podría ser nuestra tumba institucional: la fragmentación del 1%.
Hoy, el tablero electoral es un campo de escombros. Con Rafael López Aliaga y Keiko Fujimori capitalizando el voto «duro» pero estancado, y Mario Vizcarra intentando revivir un pasado que la inhabilitación le niega a su hermano, el resto del espectro político se desangra en una infinidad de siglas que apenas rozan el 1.31% de intención de voto.
Como mujer política que cree en la eficiencia y en la renovación, me veo obligada a decir la verdad incómoda: el 1.31% es el número de la irrelevancia.
-La dictadura de la cifra repartidora
En el nuevo escenario de bicameralidad, donde volveremos a elegir a 60 senadores, muchos micro-partidos venden la ilusión de que «cada voto cuenta». Pero la ingeniería electoral peruana dice lo contrario. Existe una muralla invisible llamada Valla Electoral del 5%.
Para un partido que hoy marca 1.31%, el camino al Senado no es una cuesta arriba, es un precipicio. Para meter a los primeros tres senadores, una agrupación necesita romper esa barrera del 5% y proyectarse hacia un 6% o 7% de la votación nacional válida. Sin esa masa crítica, ese 1% no es representación; es, simplemente, ruido estadístico que terminará alimentando a los partidos más grandes a través de la cifra repartidora. Es un canibalismo donde el pequeño alimenta al grande por puro ego de no querer aliarse.
– El 60% que nos observa
Lo más alarmante de las últimas encuestas de Datum y CPI no son los que están, sino los que faltan. Ese 60% de peruanos que hoy votaría en blanco o viciado es el «electorado fantasma». Ellos no están buscando más partidos; están buscando soluciones que la política tradicional, fragmentada y miope, no sabe ofrecer.
En el siglo XXI, la política se trata de construir puentes, no islas. Si los candidatos que hoy orbitan el 1% no tienen la madurez para consolidar bloques sólidos, le estarán entregando las llaves del Senado a las mismas estructuras que nos trajeron hasta aquí.
-El reto de la sensatez
El regreso de las dos cámaras debería ser la oportunidad para elevar el debate, no para llenar el Congreso de micro-bancadas incapaces de ponerse de acuerdo en el presupuesto nacional. La «Trampa del 1%» es creer que ser cabeza de ratón es mejor que ser parte de un cuerpo que realmente pueda caminar.
Desde mi tribuna, hago un llamado a la sensatez. El Perú no necesita más candidatos; necesita más proyectos país. Porque al final del día, el 1.31% puede alimentar un ego en un panel publicitario, pero nunca podrá alimentar la esperanza de un pueblo que exige, por fin, estabilidad.
