Arequipa necesita un nuevo impulso para crecer

Por Andrés Lazo.

Arequipa, tradicionalmente considerada el motor económico del sur peruano, atraviesa un periodo de estancamiento que preocupa. Las cifras de crecimiento regional muestran una desaceleración sostenida, y más allá de las estadísticas, la sensación en las calles, en los mercados y en las empresas es la misma: la economía se ha enfriado. No se trata solo de los efectos de la coyuntura nacional, sino de una falta de visión estratégica local que impide que la región despegue con la fuerza que su potencial permitiría.

El dinamismo que en años anteriores provenía del sector construcción, la minería y el turismo se ha diluido. Proyectos emblemáticos como Majes Siguas II permanecen entrampados, y las inversiones privadas enfrentan una maraña burocrática que desalienta cualquier iniciativa. Mientras tanto, las pequeñas y medianas empresas —que son las que generan la mayor cantidad de empleo— padecen la falta de crédito, altos costos logísticos y la ausencia de un entorno que promueva la innovación.

El Gobierno Regional de Arequipa no ha logrado articular una política económica de largo plazo. Cada gestión parece empezar desde cero, sin continuidad ni planificación real. No existen programas sostenidos para diversificar la economía, ni un compromiso claro con la modernización productiva. Además, la inestabilidad política nacional, la desconfianza empresarial y los conflictos sociales terminan por cerrar el círculo de parálisis.

Arequipa tiene todos los ingredientes para un desarrollo sostenido: recursos naturales, una ubicación estratégica, capital humano calificado y una base empresarial sólida. Pero carece de un liderazgo capaz de unir esos elementos bajo una agenda regional coherente. Urge apostar por proyectos de valor agregado en agroindustria, energías limpias y turismo sostenible, sectores que podrían dinamizar el empleo y generar ingresos estables.

El lento crecimiento no es inevitable. Depende de decisiones firmes, de la coordinación entre el sector público y privado, y de un compromiso real con la eficiencia y la innovación. Si Arequipa quiere recuperar su papel de locomotora del sur, necesita más que discursos: requiere gestión, continuidad y visión. Solo así podrá transformar su potencial dormido en prosperidad tangible.

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