Salud mental: la prevención es clave
Por: M. Isabel Valdivia Campos

La persona con buena salud mental (OMS, Minsa) es consciente de sus capacidades, afronta situaciones difíciles, es funcional, adaptada y productiva a la sociedad, experimenta bienestar y equilibrio psíquico.

Sin embargo, en muchos países, la salud mental no es prioridad. Un aproximado de mil millones de personas en el mundo padecen algún trastorno mental (14% son adolescentes), un suicidio por cada 100 muertes, y la depresión se relaciona con el acoso y abuso sexual en la infancia. Existen otras amenazas para la salud mental: guerras, emergencias sanitarias, calentamiento global, crisis económica y desigualdad social (OMS, 2021).

En Latinoamérica ocurren 16 millones de diagnósticos de trastornos mentales: ansiedad y depresión –entre los 10 y 19 años– (47.7%), déficit de atención e hiperactividad (26.8%) y trastorno del comportamiento (18.2%) (Unicef, 2021).

En el Perú, 1 millón 300,000 personas recibieron atención para su salud mental: 13,455 casos por depresión (12% más que en 2019). En el primer año de pandemia, la ansiedad y la depresión se incrementaron en 25% (Minsa, 2021). El consorcio de universidades identificó un 39% de estudiantes con síntomas de depresión y un 31% con pensamientos suicidas en tiempos de pandemia.

¿A quiénes afecta mayormente los problemas de salud mental?

A las personas que carecen de recursos económicos para recibir la atención pertinente, situación que se ha agravado pospandemia. En este contexto, solo el 12% de personas con psicosis recibe tratamiento y un 3% en casos de depresión.

¿Qué podemos hacer ante la presencia de problemas de salud mental?

Si bien la OMS propone El Plan de Acción Integral sobre Salud Mental 2013-2030, es importante preocuparse por la calidad de formación del profesional en salud mental desde entornos universitarios, desarrollando competencias profesionales que garanticen un servicio de calidad a la comunidad.

A nivel gubernamental, brindar apoyo económico a las personas que provienen de zonas empobrecidas para que cuenten con el acceso al tratamiento de calidad.

En las entidades laborales y educativas, fomentar la inclusión de personas con problemas de salud mental, en pro de la no discriminación, la resiliencia y adaptación a su entorno.

A nivel social-comunitario, desarrollar programas de prevención y detección precoz. Abordar temas que van desde la violencia familiar, el maltrato infantil, el bullying, entre otros. Priorizar el apoyo emocional a familiares de personas con problemas de salud mental, mediante las consultorías presenciales y virtuales, psicoeducar a las personas en el manejo de emociones y habilidades sociales.

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