Diálogo, consenso y gobernabilidad en el 2023
Por: Luis Luján Cárdenas

El 2022 ha sido un año muy complicado internacionalmente, marcado por la post pandemia, recesión económica, aumento de la pobreza, conflicto Rusia-Ucrania, aumento de las migraciones, fracaso ambiental de la COP 27 e incremento de los precios de los alimentos, la energía y de los servicios públicos.

En este adverso entorno internacional, Perú tiene el mérito de contener la inflación en porcentajes manejables, estabilizar el precio del dólar, acumular reservas por 75,053 millones de dólares y mantener el crecimiento económico, con cifras que no las tienen otros países de Latinoamericana, y qué decir de Europa, donde la situación es sumamente crítica.

Es necesario resaltar que con el back ground del último quinquenio de sucesivos cambios presidenciales (e incertidumbre política) y el expertise (más que con tecnología) que lo caracteriza, la empresa privada (especialmente la grande y mediana) ha jugado un gran papel en estos logros para la estabilidad económica. Ahora es el turno del sector público de impulsar mayor inversión, facilidades de créditos y un marco normativo verde de incentivos tributarios, financieros, laborales y tecnológicos. Y acordarse de la micro y pequeña empresa.

El nudo gordiano ha sido el desempeño e interacción de los poderes del Estado, especialmente del Ejecutivo y el Congreso de la República. Aquí, sentadas las reglas de un gobierno de transición, nuevas elecciones generales en abril del 2024 y algunas reformas del sistema político, debemos mirar con optimismo, inteligencia, objetividad y esperanza el 2023. Ambos poderes deben continuar en el camino del diálogo y el consenso.

Lo más importante: la ciudadanía pide empleo, dado que sus índices son preocupantes y la pobreza ha regresado a cifras de hace veinte años. Con dinero en el bolsillo se solucionan muchos problemas, especialmente de vivienda, alimentación, educación y salud (e incluso descenderían los delitos y crímenes, comercio informal, protestas sociales, etcétera). Aquí es necesario un soporte de fortalecimiento de los programas sociales existentes y creación de otros nuevos comedores populares y de empleo temporal juvenil para madres solteras, discapacitados y ciudadanos de la tercera edad, sectores altamente vulnerables y golpeados por estos aciagos años.

Y, por último, debemos dar los primeros pasos hacia la transición ecológica (como ya lo están haciendo muchos países) para un modelo de desarrollo altamente sostenible, con aprovechamiento racional de nuestros recursos naturales y energía limpia y renovable, transporte ecológico y soluciones verdes en las diferentes actividades económicas, que mitiguen y nos proporcionen resiliencia ante los efectos del cambio climático. No es tarea difícil, es voluntad de gobierno y de servicio. Algo se puede avanzar en este año y medio que les queda a nuestros políticos, gobernantes y representantes.

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