Las mujeres empiezan a romper barreras de la discriminación
— Redacción Diario El Pueblo —
CATAR
Casarse, estudiar o salir del país son derechos que muchas mujeres cataríes no pueden ejercer sin el consentimiento de un hombre, aunque una nueva generación de mujeres se esfuerza por romper barreras, trata de eludir los límites impuestos por una cultura discriminatoria y convertirse en un motor del cambio económico y social del país.
El sistema de tutela masculina catarí obliga a las mujeres a obtener autorización de un varón (padres, hermanos o su marido, si está casada) para ejercer casi cualquier tipo de derechos fundamentales.
Tampoco pueden tomar decisiones sobre la vida de sus hijos o ejercer la custodia en caso de divorcio. Normas cuya aplicación depende de lo estricta que sea o no cada familia, por lo que el empuje de las mujeres y la apertura cultural es clave.
En su informe titulado “Todo lo que tengo que hacer está ligado a un hombre” Human Rights Watch (HRW) subraya cómo este modelo de tutela masculina en Catar no es un sistema legal claro sino una mezcla de leyes, políticas y prácticas en virtud de las cuales las mujeres adultas deben obtener el permiso de un tutor varón para realizar determinadas actividades.
Tampoco tienen capacidad de decisión sobre las mujeres (hasta cuatro, según la ley), con las que sus maridos pueden contraer matrimonio de manera simultánea. Una vez casada, se puede considerar a la mujer “desobediente” si no obtiene el permiso de su esposo para trabajar o viajar, si abandona el hogar o se niega a mantener relaciones sexuales con él sin una razón “legítima”, apunta el informe.
Unas normas que impone la propia Ley de Familia del país, que establece que la tutela termina cuando las personas cumplen 18 años, aunque en la práctica se aplique durante toda su vida dependiendo de cada situación. Aunque la propia Constitución del país establece la igualdad ante la ley sin discriminación por razón de sexo, se trata de un modelo cultural que se aplica de facto.
Por otro lado, la falta de legislación sobre violencia doméstica deja a las mujeres desamparadas y expuestas a posibles abusos por parte de maridos o familiares.