No hay credibilidad. Pésimo gobierno
Por: Pedro Rodríguez Chirinos – Asociación Rerum novarum.

Hoy vemos con asombro y preocupación como la vida de nuestros ciudadanos se pierden en busca de ser escuchados en sus reclamos. Que son legítimos los reclamos, lo son. Vemos que no se confía y no hay credibilidad de convocar nuevas elecciones, no se cree en la clase política actual. Pero también condenamos, la violencia e impunidad, de parte de los dos bandos enfrentados. Reclamos legítimos, violencia no.

Al que delinque se le atrapa, juzga y castiga como corresponde. Como en Brasil, donde se intentó un “golpe de Estado” tal como lo dice el actual presidente y se afirma que se tiene miles de detenidos. Ese es uno de los peores ataques a las instituciones en ese país en más de cuarenta años desde que volvió a la democracia. Mientras, acá no escuchamos la palabra detenidos, solo oímos; han muerto civiles y hay heridos en ambos bandos enfrentados. No se les detiene, se les mata. Y a nuestra policía se le ultima.

El País, nuestra tierra está con fiebre y está convulsionando. Salió o se sacó el anterior gobierno que fue resultado de unas elecciones donde no se tuvo el fraude tan voceado. Fraude si tuvimos en el pasado, ese se realizó en las elecciones de Fujimori buscando un tercer o cuarto periodo de gobierno. Donde las instituciones del Estado y de los órganos electorales estaban tomados. Eso si fue un fraude de una dictadura que al final cayó y la salida fue la democracia, que permite cambios de poder sin violencia.

Hoy, ese presidente Castillo y sus partidarios serán de no grata recordación y modelo de no seguir en el manejo del gobierno. Pero de recordar, debemos, ese pasaje democrático como una lección que demuestra una frágil democracia y que el estado de derecho está tomado por intereses privados que afectan el bien común del país. De que existen grupos de poder que solo piensan en sus negocios y como seguir así hasta el fin de los tiempos haciendo beneficencia con los sencillos, llámense ciudadanos. Para ello, uno de sus recursos fue y es de rodearse de una élite de políticos corruptos que todavía tratan de seguir adelante de la nación a la cual no sirven, ni servirán. Solo piensan en servirse de ella como un botín a repartir.

Hoy, el reclamo no es al presidente, la Sra. Dina Boluarte que demuestra su ineptitud de manejar esta complicada situación o este funesto congreso, que preside el Sr. José Williams, que lamentablemente va a ser de penoso recuerdo, o los políticos que tuvieron la campaña de demolición del anterior gobierno, es a todo el sistema político de nuestra nación. En esa situación las fuerzas policiales y del ejercito tratan de mantener el orden en un país con convulsiones donde es lógico que debe haber excesos e impunidad que lamentar.

El problema es la confianza, las personas que salen no creen que se va a dar unas nuevas elecciones y limpiar de una vez por todas los antros de corrupción que se dan en el país. Se sienten engañados, estafados en sus sueños. Es entendible por ello el reclamo, pero la violencia no lo es, la cual entrampa lo legítimo de la protesta.

Durante años y años, se han acumulado lamentablemente las demandas sociales de generaciones de ciudadanos. Los cuales han sido engañados y robados sistemáticamente en todos estos tiempos por presidentes delincuentes, unos más que otros. En todos esos periodos de democracia si hubo el mencionado y reclamado crecimiento pero que no se tradujo en desarrollo. Dicho crecimiento solo ensancho el espacio – con tristeza lo decimos, pero realmente – la brecha entre los que son pudientes y aquellos que lindan en la miseria.

La pregunta que se plantearon esa clase política corrupta fue, ¿cómo mostrar las bondades del modelo y aminorar los cuestionamientos y protestas? Una de esas facetas para el engaño fue que se mintió en los censos de la década de los noventa y últimamente en la pasada década. Por eso, los indicadores de pobreza o del trabajo, por mencionar algunos fueron maquillados para no mostrar la realidad. Se hizo para mostrar gobiernos exitosos, sin importar el daño que se realizaba a futuro. Hoy tenemos en nuestro país zonas de pobreza que rayan con los desiertos de África o las zonas paupérrimas de la India. Si hubo crecimiento, pero una pésima distribución de la riqueza. No pudimos acortar esa brecha en democracia y en estado de derecho hasta ahora, ni vencer al monstruo de la corrupción.

Pero ello no es fracaso de la democracia, es el actuar de una clase política corrupta, que no sirve a su comunidad. El verdadero sentido de la política es servir a la comunidad, no servirse de ella. Para ello, desde ahora buscaremos personas idóneas, honradas y capaces, no hay que perder la esperanza de hallarlos.

Hoy estas protestas tienen dos actores, el primero es el pueblo, que busca una solución política aquí y ahora, detrás de ese papel se esconden la desconfianza, una buena dosis de resentimiento social y falta de sentido. El pueblo, y esperamos que no suceda porque puede terminar por ser el idiota útil a quien convocarán para ideologizarlo en la lucha armada.

Dentro del pueblo, hay grupos que no son pocos. Que piensan, existen y anhelan una salida no violenta a esta falta de honradez y de sentido de responsabilidad democrática de una clase política agotada y sin credibilidad. Y en el otro extremo, los del lumpen y terroristas.

El otro actor es el poder económico y político de algunos, que consigue una clase política corrupta para mantener su estatus, bajo el pretexto de ser la mejor opción para el bien de aquellos que se les consume. Hay excepciones y esperamos que se presenten como una opción válida y de progreso, para el bien de todos, pero hoy no pesan tanto como los elementos negativos que tienen.

¿Qué hacer? Es parar y proponer una pausa, sino se acepta las fuerzas del orden cumplirán su deber y ello generará un mayor dolor. Una tregua, luego explicar razonablemente lo que se va a hacer, lo escribimos nuevamente “explicar razonablemente”. Dar a entender los pasos necesarios para salir de esta crisis a través de la democracia que permite los cambios de poder sin violencia. Tiene que haber alguien o algunos, de los cuales puedan confiarse en ellos. Explicar los plazos, las inscripciones en los partidos, los nuevos candidatos, paso a paso razonablemente, el cronograma. Las reformas tan necesarias ponerlas y discutirlas públicamente. Al final de todas las transformaciones las elecciones deseadas.

Si persiste el estado de violencia y la pretendida ruptura del estado derecho, nos queda el uso del poder sujeto a la ley. Es hacer que se respete la ley, y para ello la policía y el ejercito tienen la palabra. La policía debe reprimir y atrapar aquellos que son violentos. La ley y su cumplimiento, todo el rigor, pero con el respeto a los derechos humanos.

Es nuestra opinión que deben darse de todas maneras las reformas antes de las elecciones, y una de ellas es la bicameralidad. Eso lograría una mejor representatividad, la adecuada legislación y mayor fiscalización. Sin cambios los resultados serán los mismos y solo pondremos en marcha el reloj de una convulsión social mayor y de alcances insospechados y violentos.

Si no se retoma el diálogo, la explicación razonable de lo que se va a hacer y el compromiso que recuperará nuevamente la confianza quebrada. Traerá la muerte de la democracia y entrará otra feroz dictadura, como dicen de derecha o de izquierda. Esa persona o grupo que tome el poder, montará un tigre que tarde o temprano será devorado por su cabalgadura.

Dios nos ayude

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