Crítica de la burocracia cultural
Por: Rosmery Debora Postigo Quiroz – (Maestría de Artes, UNSA)
Nereida Apaza Mamani es una destacada artista arequipeña con proyección internacional; pero además es bastante lúcida en cuestiones de cultura, arte, promoción e identidad. Dialogamos con ella.
RP: ¿Has recibido dinero de algún premio de instituciones privadas?
NA: Bueno, sí. Generalmente son instituciones privadas las que convocan a los concursos nacionales de arte. Yo he sido beneficiaria de algunos, he ganado tres concursos nacionales convocados por instituciones privadas, y un concurso nacional que convocó una institución estatal, el proyecto especial Bicentenario. Fue importante recibir este apoyo porque permite, en primer lugar, trabajar por un tiempo en tus proyectos personales, pagar tus gastos, adquirir materiales, bibliografía o, en todo caso, disponer del dinero como a uno mejor le parezca de acuerdo con sus necesidades, eso por un lado.
Evidentemente, sí fue importante para mí porque me permitió la difusión de mi trabajo, las personas empezaron a cuestionarse quién es esta artista, qué tipo de trabajo hacía, me escribirán y yo por ahí empezaba a dar entrevistas, a aceptar este tipo de invitaciones para dar a conocer mi trabajo, me abrió una posibilidad de difundirlo.
RP: ¿Estas instituciones te han brindado apoyo para subvencionar, por ejemplo, la impresión de los catálogos de tus exposiciones, el alquiler de alguna sala o algún auspicio en general?
NA: El tema de dinero, de las subvenciones y de financiamientos en el sector cultural es bien complicado, porque aquí en el Perú yo siento que la asignación económica para el sector cultura no es considerada una necesidad; más bien, uno siente que de a pocos va llegando, haciéndonos el favor a los artistas o a los gestores de financiar pequeños proyectos que, además, de alguna manera determinan también beneficios para estas instituciones, sea porque terminan pagando menos impuestos o por publicidad indirecta.
Siento que por ellos es mejor no hacerse cargo de nada, es decir, si te pueden entregar un pequeño monto de dinero, para ellos ya fue muy significativo y más nada pueden hacer, no van a asumir otros tipos de labores como hacerte un catálogo, organizar una conferencia de prensa para tu trabajo, organizar un conversatorio, alquilar una sala para que trabajes un proyecto, un taller, esas cosas no las van a hacer.
Sí he presentado proyectos de exposiciones, alguna vez para realizar ferias de arte, y siempre ha sido muy difícil llegar a los directores de cultura, muy difícil llegar a hablar de dinero y de apoyo económico. Lo que ellos te pueden ofrecer, ya como que es mucho lo que están haciendo por ti, es el espacio; con suerte, equipo de trabajo, alguien que gestione prensa y envíe cartas, y nada más; de ahí que los proyectos terminan por caerse porque nosotros no podemos sustentarlos.
Algunos proyectos salen y cuando salen es porque los artistas están haciéndolo casi todo, nadie está cobrando, nadie está ganando por hacerse cargo de la dirección, de la publicidad, hay gente que está diseñando, hay gente que está saliendo a pegar afiches en la calle, está saliendo gente a dar entrevistas, todos están haciendo sus cosas ad honorem porque quieren sacar adelante un proyecto, pero nadie está ganando dinero, y si ganan en algún momento va a ser porque por buena suerte se vendió un trabajo en tal exposición o porque era una feria de arte y se venden cosas pequeñas que te permiten recibir algún dinero.
RP: Y ¿en el caso del estado?
NA: Ha sido peor, en el Estado a veces ni siquiera tienes con quién conversar, te mandan con una persona y otra persona y otra persona para hablar de lo mismo, tratando de encontrar a alguien que te escuche y reciba tu proyecto. Y, cuando lo logras, la respuesta siempre es “no hay presupuesto”, “no se puede dar permiso para esta actividad en tales espacios” y “no hay personal para que trabaje contigo”. Siempre es esa la respuesta.
Yo no hago esto, pero cuando lo hacía era muy agotador y muy frustrante. Nuestra última decisión fue ya no trabajar con el sector público de ninguna manera, así tengamos todo el derecho de hacerlo como ciudadanos, de acceder a fondos, a presupuestos; decidimos hacer autogestión pues preferible hacerlo todo antes de perder el tiempo y desgastarnos emocionalmente tratando de lograr que alguien de la región o de una municipalidad nos escuche y nos apoye.
RP: ¿Qué opinas sobre el rol de los encargados de cultura en las instituciones públicas?
NA: Es lamentable; primero, como a todo a ciudadano le pasa, no te reciben bien, esto parece una queja pero es realidad. No te reciben con amabilidad, no están dispuestos a escucharte por lo menos para empezar a dialogar. Son personas que tendrán otra formación, no estoy segura, que les gusta probablemente el arte y que han entrado a los puestos, yo pienso, sobre todo por favores políticos o por amistad, y te escuchan pero no saben ni qué decirte, no conocen a los artistas, los espacios culturales, las dinámicas y cómo es que se desarrollan las actividades; hablo específicamente de Arequipa.
He pensado siempre y pienso que es importante y, no sé por qué no se hace, escuchar a los artistas, escuchar a las personas que están trabajando en arte y cultura, es lo primero que debería hacer una gestión cultural, se debe evaluar qué cosas se deberían hacer, qué cosas no se están haciendo, qué cosas podrían mejorar, qué necesidades tenemos, qué necesita el sector cultural en la ciudad para trabajar proyectos a largo plazo.
Tener planes a corto, mediano y largo plazo sería importante; y también determinar presupuestos y que promuevan la organización de los artistas en asociaciones y colectivos con representantes, que ya está habiendo pero que todavía no se reúnen o si ha habido intentos de reuniones igual han sido simplemente intentos sin ningún fin o algo concreto por lo que trabajar.
RP: ¿Has trabajado o has solicitado apoyo a la Dirección Desconcentrada de Cultura de Arequipa o a la sede central del Ministerio?
NA: En la dirección de Arequipa he intentado alguna vez solicitar información, acceder a algún tipo de información para un proyecto. Lo que vi es que la Dirección siempre está cerrada, no sé cómo se accede, no sé cómo uno puede acercarse a ellos. Raúl Chuquimia trabajó algunos proyectos de exposiciones en coordinación con la DDC cuando todavía funcionaba un local en la Municipalidad de Arequipa, era como la Casa de la Cultura de la Municipalidad en la Calle Rivero; eso es lo que vi que estaban trabajando, igual fue como por iniciativa personal de alguien de la DDC pero no como política de gobierno de la oficina para promover actividades culturales, no solamente por un momento sino periódicas, con un cronograma, un objetivo y un concepto claro de qué se quiere lograr con estas exposiciones. Pero, yo no he trabajado con ellos, alguna vez sí he recibido invitaciones para dar charlas o actividades que organizan desde la sede central, pero más allá de eso no veo que realicen algún tipo de actividad en la ciudad. Cuando los artistas necesitamos algo no tenemos a quién recurrir, lo digo porque alguna vez yo he participado en capacitaciones o grupos de trabajo del Ministerio de Cultura, por ejemplo de la DAFO, y me pregunto ¿por qué los artistas no pueden ir a la dirección de cultura de sus respectivas regiones a solicitar, por ejemplo, las convocatorias a los concursos nacionales? ¿Por qué no hacen en el ministerio difusión de estos estímulos o actividades? Es como un punto muerto, existe una institución pero no hace absolutamente nada.
RP: Claro, hay como una desconexión entre las direcciones regionales y la sede central, deberían estar más articuladas, ¿no?
NA: Sí, y al parecer a la sede central del Ministerio de Cultura en Lima tampoco le interesa activar estos espacios que ya existen y donde además trabaja personal, están pagando personas para descentralizar el órgano central y estas no lo hacen. Es una cuestión de orden, de tener una visión de cómo podría funcionar la cultura a nivel nacional y la importancia que podrían tener sus oficinas regionales que cuentan con espacios, trabajadores pagados y podrían hacer una labor productiva.