8 de marzo
Por: María José Gómez – Directora de la Fundación Forge para Perú y Colombia
Las mujeres siempre tuvimos acceso al empleo. El empleo precario y en condiciones de explotación nunca nos fue negado. En los siglos más recientes, los hombres nos permitieron trabajar en las fábricas en jornadas de 16 horas por muy poco dinero, y al llegar a casa, sin agua, ni higiene y con poca comida, nos hacíamos cargo de toda la familia. También nos permitieron ser prostitutas o arar la tierra. Flora Tristán describió de forma magistral durante sus viajes la mísera situación laboral de las mujeres.
El 8 de marzo se conmemora esa época de inicios del siglo pasado cuando, lideradas por las sufragistas, las mujeres salieron en masa por primera vez a las calles de diferentes ciudades para decir algo de vanguardia; que si ellas eran –como todo parecía indicar– personas, entonces deberían tener los mismos derechos que los hombres. El derecho al trabajo digno era uno de ellos, un salvavidas al que sin embargo muy pocas mujeres pudieron acceder.
No tener ingresos económicos ha sometido a las mujeres a depender material y emocionalmente de los hombres con quienes firmaban un contrato matrimonial (se casaban), que en el siglo XVIII incluía la obligación de tener sexo con su marido siempre que este quisiera, darle prole y hacerse cargo de su crianza y cuidados, aunque esa prole le perteneciera en exclusividad al padre. Ser madre era más un acto de supervivencia que de instinto. Había que tener hijos para sobrevivir.
Hoy, con un panorama mundial y nacional tan diferente, sigue habiendo una deuda con las mujeres y las niñas peruanas. Persiste una desigualdad lograda gracias a un largo entrenamiento, el más largo de nuestras vidas, en el que aprendemos qué es ser una mujer de verdad. Nos enseñan al nacer a qué vamos a jugar, las palabras que no podemos decir, quién sacrificará su profesión en la pareja, qué emociones nos caracterizaran y cómo nuestra valoración se hará en función de nuestras capacidades estéticas y de cuidados. Si eres mujer te lo van a enseñar de una forma particular y específica, pero, sobre todo y siempre, te lo van a enseñar. La lucha por la conquista formal de derechos, en la que Perú tiene un desempeño notable, no significa nada más que un juicio de valor si en el ámbito privado, en la esfera donde se depositan los mitos del pensamiento amoroso, las mujeres siguen sin capacidad para negociar de manera justa cómo garantizar que la vida familiar se lleve adelante con el esfuerzo de hombres y de mujeres en la misma proporción. Es urgente que se desmonten esos mitos que aún están enraizados en el pensamiento amoroso como una Boscia de largas raíces del Kalahari, para que las mujeres, especialmente las más jóvenes, puedan comenzar a llegar a las relaciones amorosas con mayores herramientas.