“El misterioso laberinto del deseo”, Mario Bejar Apaza, INC Cusco, 2006
— Redacción Diario El Pueblo —

LIBROS

Esta novela ganó el Premio Regional de Cultura 2006, del Instituto Nacional de Cultura de Cusco, pero lamentablemente no pasó por una corrección de ortografía y de gramática antes de ir a la prensa; se publicó llena de errores de ortografía, puntuación y sintaxis, tantos que la lectura se dificulta a cada paso y eso obstruye el libre fluir de la historia y el despliegue de la imaginación del lector.

Es una lástima que una historia que prometía un desarrollo estético interesante viera frustrado el intento y postergase la promesa de los talentos hasta la próxima obra del autor.

“El misterioso laberinto del deseo” fue una novela de principiante, primera obra de un narrador de estudios profesionales en Derecho con vocación literaria. La historia es romántica, del típico anhelo del Romanticismo de redimir a una prostituta (o bien pervertir a una monja); el romanticismo de un joven estudiante de derecho en su último año de universidad que conoce a una prostituta de Tingo María que llega a Cusco a laborar en sexo. El exotismo de la mujer, su soledad, su oficio cautivan al protagonista y lo llevan a lo largo de la novela mediante la angustia de la posesión frustrada hacia un final, en la última página, de educación, de descubrimiento de la propia alienación juvenil y romántica. Ni la aparición de una jovencita compañera de estudios, empresaria en Sicuani, inteligente e independiente, logra liberar al protagonista de su obsesión. Resulta sintomático que dos mujeres que tienen poder e independencia no sean en la novela parejas que realicen los lazos de comunión anhelados. Las líneas finales permiten cierta esperanza, pero un poco tarde y un poco confusamente.

Hay, sin embargo, en la novela un par de pasajes que muestran cierta inteligencia y sensibilidad del narrador para la comprensión de las relaciones humanas en general y para su expresión en términos literarios modernos; pasajes prometedores, que sostienen al libro sobre delicados apoyos y recompensan al lector.

Hasta donde lo conocemos, Mario Bejar es un notable lector cusqueño y ha asumido su formación luego del Premio (de hace diecisiete años) con responsabilidad; hoy participa en talleres, estudia una maestría en Escritura Creativa y practica su escritura con renovado esmero. Una segunda novela, un libro de cuentos en los que desarrolle su maduración, y un mejor trabajo editorial serían una prueba más de que la literatura no es una ilusión juvenil de prestigio, sino fruto del arduo trabajo con el lenguaje, con la imaginación creadora, y contra los lugares comunes de todo tipo.

Es de esperar.

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