No mentir
Por: Carlos Meneses
“Lo que se está invirtiendo del presupuesto público debe ser evidente a los ojos del ciudadano, engañarlo en no hacer lo que se dice y es repudiable a todas luces”.
Por igual las iglesias de la gente que tiene fe, los hombres y mujeres de bien y también debieran saberlo los políticos que el mentir y engañar al pueblo es un pecado capital. Una indeseable manera de confundir a la ciudadanía pues tarde o temprano las mentiras se muestran como son y el desengaño es peor que lo invertido en tiempo en sugerir como cierto lo que no es.
Por eso resulta comprensible que cuando el gobierno acude a cifras y a montos que no parecen ser reales a los expresados pues estos debieran tener como consecuencia un bienestar, que la gente no percibe y no ve.
Nos referimos, sobre todo, a los presupuestos que para obras han sido considerados en el año fiscal presente que parecen ser demasiado grandes o no tener el suficiente sustento en las reformas del sistema tributario, pudiendo resultar al final un fiasco para quienes creen que pueden engañar a los ciudadanos que necesitan ver con sus ojos que los empleos, efectivamente, aumenten, el alza de precios se detenga y las condiciones de vida en general sean mejores que ayer.
Es muy importante que exista en esto coincidencia de pareceres entre la voz del gobierno y la opinión de los entendidos en cada una de las materias que son asuntos de discusión colectiva.
También importa que al hacerse este tipo de anuncios se tenga en cuenta que no solo son consecuencia de problemas nacionales sino, por ejemplo, de los que sobreviene de conflictos internacionales como el caso del petróleo cuyo precio puede llegar a extremos tales que, necesariamente, nos afecten en todo lo que importamos y transportamos dentro del territorio nacional.