Democracia capturada
Por: Pedro Rodríguez- Asociación Rerum novarum
Entendemos que la Democracia es un sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce directamente o por medio de representantes. Y es nuestro país democrático, en donde la forma de gobierno es una democracia. También, se comprende que es la forma de sociedad que reconoce y respeta como valores esenciales la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.
La Democracia tiene una gran ventaja como propuesta de vida comunitaria. Es la de lograr la participación de sus integrantes en la elección de aquellos que dirijan a la comunidad. Pero no acaba en solo elegir, sino que es una “actitud permanente de vigilancia” de aquellos a los que se les ha dado la oportunidad de servir. Puesto que la política en su finalidad no es lograr el poder como objetivo principal; de lograrlo, ejercerlo y mantenerlo. Es servir a la comunidad a la cual se deben. No es servirse de la comunidad.
En esa vigilancia tiene un rol importante la libertad de informarse, las instituciones que pueden opinar, la sociedad civil organizada a través de gremios, sindicatos, las universidades e institutos, en fin, todo aquello que podamos decir como «Sociedades intermedias», las cuales están entre el ciudadano y el Estado.
Tiene ese sistema político una cualidad especial y es de reemplazarlas oportunamente las autoridades elegidas, de acuerdo a lo establecido en las reglas de juego. La Democracia permite cambios de poder sin violencia, esa es una gran virtud que tiene.
Por último y no menos importante, tiene la democracia la libertad que la traduce en gobierno que es la misma libertad, pero organizada. Una Democracia necesita tener un sustento de valores, como la verdad, el bien y la justicia. De lo contrario, sin esa base se vuelve una tiranía tal como lo demuestra la historia.
Después de estas observaciones, apreciamos que nuestra democracia sigue siendo frágil, que fue golpeada por una dictadura especial, de la década de los 90 del siglo pasado. Donde la “cleptocracia” o el poder del robo, campeaba en todos los niveles de la sociedad. La salida de esa situación tan grave fue la democracia que permitió la escapatoria sin violencia de ese gobierno y estado. Fue el remedio, pero no la solución.
Se deslumbró la luz, y al ver el paisaje era devastador. Crisis en todos los niveles, político, social y económico. Se enrumbó lo económico, pero los otros dos fueron desatendidos. No se mejoró la educación, un pueblo inculto es presa fácil de pasiones e intereses. No hubo una justicia de calidad, la justicia que tarda no es justicia y si a ello se suma impunidad, no puede haber paz. Nunca se salió de la informalidad en todos los niveles, desde el trabajo hasta la política. Y así varios reclamos que fueron durante décadas acumulados, una gran deuda se sumaba con la comunidad, el pueblo.
Se necesitaban reformas, algunas muy urgentes y otras que podían esperar. Reformas en la representación política, en la educación, la salud y la justicia. Pero que, lamentablemente, fueron iniciadas algunas, inconclusas otras y dejadas algunas. No había voluntad política de lograr desarrollo, solo crecimiento.
Entendemos y está en la Constitución pasada la primacía de la persona humana, clarísimo en la anterior Constitución del año 1979, donde la finalidad de la propuesta era el bien común. Pero hoy tenemos una nueva Constitución del 1993, donde sí se mantiene la persona humana, pero la finalidad es distinta, es la de interés público.
El Interés público lo entendemos como un concepto que fundamenta y justifica la actuación de las Administraciones públicas, en busca de un bienestar general. La intervención administrativa en los campos diversos de la vida social y económica debe estar basada en que con tal intervención se busca el interés público, o es exigida por tal interés. Si lo entendemos de esa manera, en nuestro país, se fracasa en varios casos su aplicación. Puesto que tenemos que en casos claves el llamado interés público ha cedido o transado en no pocos casos al interés privado. Tenemos como ejemplo los acuerdos sobre el petróleo, el gas, las vías, los peajes y un largo etcétera.
Nos hacen ver varias instituciones internacionales y países vecinos, una de ellas el Banco Mundial y Chile o México por mencionar algunos, sobre esos temas, donde ya no es interés público o privado, sino además el cáncer de la corrupción. Donde el poder económico se vuelve poder político, y ahí surge la arbitrariedad. Observando que la afecta, a esa ecuación directamente la transparencia. La transparencia de las discusiones, los acuerdos, los contratos, la información pública, entre otros. Más transparencia menos corrupción.
Los pasados Gobiernos y el de turno debieron dirigir sus esfuerzos a fortalecer el Estado derecho, sin recortar la libertad humana, y crear un marco que esté al servicio del bien común. Esa es la gran falla de los pasados y actuales gobiernos del país, solo pensaron en lo económico, la seguridad jurídica de los contratos y la estabilidad tributaria. A ello sumamos la debilidad, carencia y malos elementos en la administración pública. La clase política delincuencial, que ayudó en lo que le correspondía. Nos lleva a sumar, no solo una o dos generaciones que se pierden en la falta de desarrollo y esperanza, que hoy nos pasan una deuda social inmensa.
Hoy nuestra Democracia y Estado de derecho, podríamos decir que está capturado, no se quiere dejar el poder. Está capturada la democracia, hay una dictadura o mejor dicho una dictablanda, y son las élites las que pueden capturar las políticas públicas y el Estado.
Hay factores que se han dado para que suceda esta situación, existen variables o elementos que facilitaron este proceso de captura. Tenemos como ejemplo, la concentración de los medios de comunicación, la corrupción del poder político, el grado de politización del Poder Judicial, la falta de marcos regulatorios del mercado permitiendo monopolios y oligopolios, dando la concentración del poder económico. La ideología dominante o el nivel organizativo de la ciudadanía para posicionar sus demandas, entre otros.
A través de una democracia no real y un estado de derecho vulnerado por interés privados, lleva a una captura. Es el Nobel de economía George J. Stigler quién fue uno de los pioneros en referirse a este fenómeno, al precisar la captura regulatoria como “los usos potenciales de recursos y poderes públicos para mejorar el estatus económico de grupos económicos (como industrias y ocupaciones)”, y precisa que “cada industria u ocupación que tiene suficiente poder político para utilizar el Estado buscará controlar la entrada (de nuevos competidores)”. De esos grupos tenemos varios en nuestra realidad acompañada de su clase política.
Ahí es donde juega un papel importante la verdadera política para abrir y liberar a la comunidad. Nuestra política necesita un fundamento, un encaje de legitimidad y un marco ético para ser útil al desarrollo del ser humano. De lo contrario se vuelve un instrumento de tiranía y de opresión que llega a anular las esperanzas de una comunidad o sociedad.
Se necesita jóvenes que entren a la política, no importa el color o la figura a seguir, ingresen para hacerla verdadera, justa y fraterna. A los jóvenes es el llamado, es su momento.