El abandono de las ruinas de Paramonga
Por: Ricardo Montero
Hemos recorrido 207 kilómetros desde Lima para conocer la llamada Fortaleza de Paramonga.
Domingo, 10:30. El IPhone marca 30 grados, aunque es mayor la sensación de calor. El viento sopla desde el mar muy ligeramente, sin fuerza para mover una desgastada bandera. Bajo la sombra de un árbol subsiste una cabañita vacía. Hemos recorrido 207 kilómetros desde Lima para conocer la llamada Fortaleza de Paramonga, pero en el lugar no hay empleados del Ministerio de Cultura ni del municipio de Paramonga.
Afortunadamente, encontramos a Francisco Sipán Rojo, quien está a punto de cumplir 80 años, aunque aparenta poco más de 60. Es delgado, pequeño, sonriente, desdentado, hablador y se describe como un verdadero mestizo.
“Mi madre tuvo la piel blanca, el cabello rubio y los ojos verdes, fue descendiente de españoles; mi padre fue indígena, de piel, cabellos y ojos oscuros”. Funge como guía turístico independiente en el complejo arqueológico.
Vive de las donaciones de los visitantes y espera que muy pronto la ONP le otorgue una pensión de jubilación. Con pesimismo evoco a García Márquez. Pienso que el guía, como le sucedió al coronel, no tiene quien le escriba.
Nadie vigila el sitio histórico. El paso es libre para todo el que quiere apreciar y aprender, pero también es libre para todo el que quiere dañar. Las paredes construidas 900 años atrás están marcadas: “Aquí estuvo Carmen”, “Jorge y Pedro pasaron por aquí”. Francisco lamenta la ignorancia mientras avanza con entusiasmo y habilidad. Parlotea, envuelve con palabras.
“Esto no es una fortaleza”, corrige a un joven preguntón. Indudablemente, un turista que habría idealizado a Paramonga como el Machu Picchu de la costa.
En el siglo XII, los chimúes comenzaron a construir un conjunto de edificios sobre una loma de aproximadamente 50 metros de altura en la frontera sur de un imperio que centró sus operaciones en Chan Chan. En el siglo XIV, los incas sometieron a los chimúes y se apoderaron de sus edificaciones.
Se suele decir que Paramonga fue una fortaleza militar, al menos así se indica en un cartel oficial. Francisco no comparte la teoría. “No fue una fortaleza militar. Aquí llegaban los sabios para estudiar el clima, el Sol, la Luna, la lluvia y hasta lo que ahora llamamos fenómeno de El Niño”.
Un poco más allá de las 12 del día culmina el recorrido. Un aburrido y sofocado empleado comienza a abrir la cabañita bajo la sombra de un árbol. Se apresta a vender entradas para visitar un complejo arqueológico que luce abandonado, aun cuando en el 2017 el municipio distrital declaró de interés público y de prioridad distrital su puesta en valor. En el Congreso existe un proyecto de ley que propone declarar de interés nacional y necesidad pública la recuperación, conservación, puesta en valor y promoción de la zona arqueológica de Paramonga. Háganle un favor a la historia de nuestro país, apruébenlo cuanto antes.