El curioso abuso de la estadística
Por:Christian Capuñay Reátegui
Retirado del cargo mediante una moción de vacancia en el Congreso. Para ello, son innecesarias causales objetivas establecidas en la Constitución. Solo hace falta que la oposición reúna 87 votos. Complicada y triste realidad.
Y se ha normalizado porque ese polémico proceso viene presentándose varias veces en los últimos cuatro años sin que nadie haga algo a fin de evitar el riesgo que implica una situación de esas características para la ya maltrecha y débil institucionalidad peruana.
Remitámonos a los hechos. Al expresidente Pedro Pablo Kuczynski el Congreso dominado por el fujimorismo le planteó dos mociones de vacancia por permanente incapacidad moral. Ante la inminente aprobación de la segunda de ellas, decidió renunciar al cargo en marzo del 2018.
En contra de Martín Vizcarra el Congreso también presentó dos mociones de vacancia y solo reunió los votos para aprobar la segunda de ellas, en noviembre del 2020.
Ahora, dos años después, el presidente Pedro Castillo enfrenta una segunda moción que tiene el mismo objetivo de declararlo moralmente incapaz para desempeñar la máxima magistratura.
De lograr el Congreso retirar del cargo a Castillo se cumpliría el lamentable patrón que estamos observando: cada dos años en el Perú, el presidente de la República tiene que enfrentar los intentos de la oposición parlamentaria por aprobar una vacancia cuyas causales no están definidas.
¿Qué significa ser un incapaz moral permanente si las conductas que configuran esa categoría no están clarificadas? Algunos pueden considerar que lo es quien miente, roba o asesina. Pero otros podrían argumentar que ser de izquierda o no alinearse con el statu quo económico o político también convierte a alguien en un incapaz moral.
Además del daño institucional que esto acarrea, tamaña inestabilidad ralentiza y hasta paraliza procesos de suma importancia para el país, como la promoción de inversiones. Por cierto, los grandes gremios empresariales, que siempre parecen estar muy preocupados por la buena marcha económica, convenientemente ahora están mudos.
De momento, el espinoso tema de la vacancia no ha sido definido en las instancias correspondientes que prefirieron lavarse las manos. Y mientras ello no ocurra seguiremos viendo impotentes cómo se consagra la dictadura de los votos en el Parlamento. En este caso, me parece, encaja muy bien aquella frase de Jorge Luis Borges cuando le preguntaron sobre qué era para él la democracia: “un curioso abuso de la estadística”.