¿Se salvará el proyecto Majes 2?
Por: Milton von Hesse – Director de Videnza Consultores
A mediados del siglo 20, el ingeniero norteamericano Charles Sutton presentó el primer esbozo de proyecto que permitiría materializar el viejo sueño arequipeño de incrementar su superficie agrícola a partir de la derivación de las aguas del río Colca hacia las pampas de Majes y Siguas. Dos décadas más tarde, el proyecto empezó a tener mayor consistencia cuando la firma italiana Electroconsult finalizó el estudio de factibilidad de la primera parte de dicho proyecto. En esencia, el proyecto consistía en traer las aguas de los ríos Apurímac y Colca hacia el río Siguas a partir de un sistema hidráulico complejo para irrigar las pampas mencionadas. El gobierno de facto del general Velasco Alvarado inició la primera fase de dicho proyecto que aspiraba a irrigar e incorporar a la producción agrícola 23 000 hectáreas de las pampas de Majes dejando las de Siguas para una segunda etapa. La primera etapa, sin embargo, no tuvo los efectos pronosticados en los estudios iniciales debido, fundamentalmente, al enfoque populista que implicó que las poco más 15 000 hectáreas finalmente habilitadas con agua se repartieran en módulos de 5 hectáreas a casi 2 700 colonos sin mayor capacidad técnica y empresarial. El resultado fue que la mayoría de esas parcelas se utilizaron para sembrar un cultivo de bajo valor como la alfalfa que no generó un desarrollo agroindustrial y agroexportador similar al que se observa, por ejemplo, en La Libertad en la primera etapa del proyecto Chavimochic.
En el año 2010, luego de varios años de replanteamientos del proyecto a partir de lecciones aprendidas, el gobierno del Perú, a través de Proinversión, adjudicó la segunda etapa del proyecto a un consorcio liderado por la empresa española Cobra perteneciente al grupo ACS. El esquema hidráulico complementario parte de la construcción de la presa de Angostura que permitirá almacenar aguas del río Apurímac para llevarlas, a través de una combinación de infraestructura existente y nueva, hasta las pampas de Siguas para irrigar 38 500 nuevas hectáreas. Las tierras deberán ser subastadas a empresas agrícolas en un esquema de desarrollo agroindustrial que generarían 120 mil empleos directos e indirectos y un valor bruto de la producción agrícola anual de 1500 millones de dólares por año en su punto de maduración. Luego de una serie de demoras debido, en primer lugar, por la demanda del gobierno regional del Cusco ante el Tribunal Constitucional por el no uso de las aguas del río Apurímac y, en segundo lugar, por la incapacidad de gestión del Estado peruano desde 2016 en adelante que se ha manifestado en que, por ejemplo, no exista en la actualidad una empresa supervisora especializada que acompañe la ejecución, no se hayan aprobado los expedientes técnicos acordados antes de la firma de la adenda 13, no se hayan entregado los terrenos del proyecto al concesionario y tampoco se hayan asegurado las condiciones de bancabilidad del proyecto. Ante este escenario, el concesionario ha solicitado la caducidad del contrato. Esperemos que con buena voluntad de las partes, este proyecto pueda retomar su ejecución para el bienestar de todos los arequipeños.