Por: Carlos Meneses

Los países sudamericanos deben unificar criterios y también servicios de inteligencia para confrontar la ola delincuencial que se ha producido en ellos y que ahora está llegando a todo el continente.

Los cancilleres de Bolivia, Ecuador, Colombia, Perú y un observador de Venezuela se reúnen para iniciar el tratamiento de acciones comunes y coordinadas contra bandas delincuencias internacionales que apoyan, también, la venta de estupefacientes. Estas bandas están dirigidas básicamente por venezolanos y en los últimos tiempos su presencia en Perú ha sido muy significativa, así como la confirmación de que el origen de las mismas es venezolano.

Estas bandas actúan, ahora, dando préstamos que la gente recibe a cambio de altos intereses que si no son pagados provocan reacciones que llegan con frecuencia al sicariato y también a sembrar el terror entre todos sus prestatarios.

El ejemplo argentino es digno de imitar, cuando el presidente Javier Milei sin lugar a dejar un solo día de trabajar en línea y lucha contra los grupos que buscaron refugio en su país tomó un avión militar y envió de vuelta al Ecuador a 8 personas, incluidos niños, para que un problema que nació con la fuga de un líder delincuencial termine en el país donde empezó.

Los cancilleres que se han dado cita continuarán sus conversaciones hasta llegar a coordinaciones con sus fuerzas armadas y policiales para hacer frente a algo que es un peligro para todos.

En el Perú y también en Arequipa es notoria la presencia de estos delincuentes que matan sin piedad cuya huella se puede encontrar en todas y cada una de sus acciones.

La unidad de los países afectados obliga a considerar el fenómeno confrontado como muy grave y, necesariamente, motiva preocupación en todo el continente sudamericano.