Las vacaciones de nuestros hijos
Dr. Jorge Pacheco Tejada – Profesor Principal de la Universidad Católica San Pablo
Ha concluido el año escolar y nuestro sistema educativo peruano prevé para esta época las vacaciones; que deben ser bien entendidas si queremos que sean bien aprovechadas.
No siempre se educa bien en la escuela y en la familia para el ocio o tiempo libre. El término ocio, en nuestra cultura, está desprestigiado. Se malentiende como tiempo desperdiciado. Conceptuamos como ociosa a la persona que no hace nada, que pierde miserablemente el tiempo. En el pasado —me refiero a la antigua Grecia— el ocio era el tiempo en el que se suspendían las actividades para dedicarse a la reflexión, al pensar profundo.
La reflexión filosófica requería del ocio, es decir, de la suspensión de cualquier otra actividad, de modo que nos disponga a la meditación, al pensar libre y creativo.
Hoy, se vive la cultura del aturdimiento, que impide ese espacio libre, sereno, de quietud interior que nos permita re-pensar las cosas y las situaciones. De modo que —mejor ubicados— podamos actuar para realizarnos y no para consumirnos inútilmente.
Otro término que también está desvirtuado es el de “tiempo libre”. Se malentiende el tiempo libre como el periodo en que no se hace nada. Debiendo más bien entenderse como el tiempo que una persona invierte con libertad, en lo que más le gusta, o en lo que más necesita o requiere. Soy libre en la medida en que nadie me impone lo que debo hacer, e invierto ese tiempo en lo que me gusta, me realiza, y en lo que —por alguna circunstancia— más necesito.
Es, en esta perspectiva, que debemos entender las vacaciones, como un tiempo de ocio, de cambio de actividad. En el que suspendo mis actividades rutinarias o habituales –como es el colegio– y dedico el tiempo a lo que, en ejercicio de mi libertad, anhelo y necesito.
Quien entiende que las vacaciones son tiempo para no hacer nada, para malgastar y desperdiciar, parte de un concepto equivocado y, desgraciadamente, para esa persona, sea niño, adolescente, joven o adulto, será un tiempo que no aproveche.
Este período, en cambio, es un tiempo que, si lo aprovechamos con libertad, puede resultar muy útil, sobre todo en la medida en que programemos hacer lo que más nos gusta o lo que más necesitamos. Es tiempo de descanso y recreación. Se aprovecha mejor el tiempo de las vacaciones si lo programamos. Ayuda mucho coger lápiz y papel y hacer un listado de actividades que queremos realizar y luego priorizarlas. Determinar cuándo y en qué horario.
Si organizo y programo mi tiempo, lo más probable es que en mis vacaciones haga lo que quiera, de modo que, cuando concluyan, pueda evaluar y hacer un balance de cómo utilicé mi tiempo libre. De lo contrario, sólo cosecharé la insatisfacción de saber que en mis vacaciones no hice nada, perdí miserablemente el tiempo. En cambio, qué agradable será saber que mis vacaciones fueron un tiempo bien aprovechado, que me permitió hacer reales mis sueños y aspiraciones.
Ayudemos a nuestros hijos a que vivan unas provechosas vacaciones.