La soledad del presidente
Por: Carlos Meneses

“Invocamos hasta de lo sobrenatural para devolver al Perú a una senda de la que nunca debió apartarse en procura de la justicia del desarrollo y de la verdad”.

En la crisis política que aún vivimos de cuyos resultados nadie tiene ánimo de creer que nos irá peor de lo que hasta ahora hemos vivido. Es evidente que los grandes culpables de este mal son las cúpulas y muy en especial una corrupción que se generaliza, contaminando todo lo que sea posible de alcanzar como un objetivo de enriquecimiento ilícito, pues siempre tiene como fin el dinero ajeno.

Hemos tenido la mala suerte de volver a escoger a un ciudadano equivocado, que rodeado de un grupo de gente de inconfesables fines ha permitido que lleguemos a una situación que no es normal en una nación que se precia de haber vivido experiencias de gobierno de 200 años, para retroceder a los tiempos anteriores a la República.

Soportamos una pandemia que parece ser un castigo del cielo, para quienes han desoído las normas fundamentales impuestas por la razón para el bien gobernar. Así resulta que los ministros no manejan sus sectores o que los dirigen tan mal que no merecen permanecer un día más en el sillón que ahora ocupan.

Los primeros 6 meses de gobierno han sido malos, pero se pueden compensar los errores del ayer para convertirlos en beneficios para quienes esperan o esperaron en su momento cambios necesarios en la sola dirección del bienestar colectivo.

No pretendemos que la solución sea la entronización de un régimen ajeno al sistema del derecho del pueblo a elegir. Pero si motivados por una realidad que nos lastima a todos, tenemos que pedir que la ciudadanía reaccione y se utilicen todos los recursos hábiles para combatir corrupción, enderezar entuertos y hacer brilla la luz resplandeciente que favorezca a los humildes y a los honestos.

Invocamos la ayuda hasta de lo sobrenatural para que ilumine las mentes de los que recibieron, meses atrás, el encargo de bien gobernar y hacer cambios, si fueran necesarios por las vías señaladas y por el voto popular.

Queremos ser una nación diferente y, sobre todo, justa que sea severa con los corruptos, que aleje, y de una vez para siempre, a quienes solo se han dedicado a ser mal o a beneficiarse a sí mismos.

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